Las flores de mi azotea

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04 may 2018 / 18:52 h - Actualizado: 04 may 2018 / 18:52 h.

Ahora que la Plaza Nueva se llena de negro sobre blanco, parafraseo a la gran dama de la literatura, homenajeando con ella y su carácter ese “Mujeres de letras tomar” que ilustra la sevillana Feria del Libro. Decía Doña Emilia Pardo Bazán, “en mis enfermedades ella me asistía; en mis soledades ella me consolaba. Mi familia es mi madre. Hasta las comodidades materiales que me rodean, las debo al trabajo de mi madre” y ahora que la vida me avanzó reconozco el mérito y la entrega sin condiciones de la mía, algo que nunca igualaré por mucho que me empeñe. Cuidar de los nietos para que sus hijas podamos trabajar, surtir de tupperwares y ser una especie de hada madrina pendiente de todo y de todos, o ese algoritmo de intuición que se activa cuando detecta que quizás pase algo. Ella acude, presta, sin que nadie la llame, para que la máquina siga funcionando sin que al sistema le afecte lo más mínimo, sin imaginarse que el mecanismo que lo coordina todo, es ella. El día de la madre es un invento comercial, sean estas letras mis flores para este mayo mariano, para seguir siendo la niña que nunca dejo de ser cada vez que entro en su casa; la foto de Santa Ángela en el almanaque de la cocina, la caja de la costura y el olor a arroz con leche envolviendo mis recuerdos. Y mientras voy mirando la vida pasar con sus mismos ojos, cuento los pocos besos que le doy, los que me reafirman, me devuelven a la infancia y a reconocer, que nunca podré igualar la inmensa generosidad sin límites de mi madre. Sean mis flores de mayo para ella, las de negro sobre blanco, las mejores de mi azotea.