Me emociona que la importancia de nuestra cultura sea reconocida fuera de España. Me emociona enormemente que, durante diez minutos, los asistentes a la proyección de Dolor y gloria en el Gran Teatro Lumière, sede principal del Festival de Cannes, ovacionasen a Pedro Almodóvar, que lo hicieran hasta lograr que se le saltaran las lágrimas. Porque esas lágrimas que son muy suyas, nos las apropiamos los que amamos el trabajo del mejor director de cine español de todos los tiempos y las hacemos nuestras. Son suyas, pero son la emoción de todos.
Pedro Amodóvar nació en un pueblo de Castilla La Mancha, vivió y sobrevivió a la Movida Madrileña, ha tenido que pelear su forma de entender el mundo siendo gay en una sociedad que fue terrible con todo aquel que lo era y que presume, ahora, de ser muy moderna sin serlo. Y nada de eso es fácil. Soy de Toledo y sé lo que supuso la Movida Madrileña (se perdieron cientos de talentos, con una aguja clavada en el brazo, en los cuartos de baño de los bares). Pedro Almodóvar lo tuvo tan difícil como los demás aunque supo aprovechar las oportunidades.
Pedro Almodóvar, guste o no guste, ha sido un genio, desde siempre, de los pies a la cabeza. Su última película es una preciosidad en la que se subliman muchas cosas. Nunca nadie podrá fotografiar a los actores con esa delicadeza, nunca nadie manejará una estética tan afortunada y tan expresiva, nunca nadie será capaz de aportar una mirada tan llena de aristas y de matices haciendo que el espectador se sienta incómodo consigo mismo. Algunas de las frases de este último guión son inigualables: «Las noches en las que coinciden tres o cuatro dolores, creo en dios y rezo; los días que tengo un solo dolor, soy ateo».
Me emociona saber que los artistas españoles, tan criticados por los propios españoles y tan reconocidos fuera de nuestras fronteras, siguen estando en primera línea, siguen gritando por todo el mundo que España es un país importante para las artes universales. Y me emocionan las lágrimas de emoción y de alegría que Pedro Almodóvar no pudo contener en Francia. Porque de ese modo las podemos hacer nuestras para agradecer a Pedro Almodóvar su trabajo y para seguir sintiendo nuestra cultura como algo importante y auténtico.