Viéndolas venir

Líderes en caramelos

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Álvaro Romero @aromerobernal1
26 ago 2019 / 12:40 h - Actualizado: 26 ago 2019 / 12:43 h.
"Viéndolas venir","Unión Europea","Exportaciones"
  • Líderes en caramelos

España lidera muchos más sectores de los que suelen venderse a bombo y platillo, aunque habitualmente hablemos mucho más de dónde hacemos el ridículo. Uno de nuestros sectores pujantes es el del caramelo, y precisamente desde el año pasado hemos conseguido que EEUU, la cuna del caramelo industrial, se haya convertido en el primer destino de nuestras exportaciones. Somos el segundo país productor de chicles y caramelos de toda la Unión Europea, solo por detrás de Alemania, y facturamos casi 400 millones de euros anuales, cifra nada despreciable teniendo en cuenta el precio popular de nuestras entrañables golosinas, que industrialmente hablando ha dado para tanto en esta patria nuestra, y no solo desde el revolucionario invento del Chupa-Chups, que consistió en ponerle un palito al caramelo.

Yo recordaré siempre los pictolines que me daba religiosamente, todas las tardes, Manuel El Chambia cuando nos veíamos en la parroquia en mis quehaceres de monaguillo. Me hacía gracia la casualidad de que en el envoltorio del caramelo pusiera precisamente “El Monaguillo”, porque yo llegué a pensar que aquellos caramelos se hacían especialmente para monaguillos. Darme un caramelo era la manera de saludar que tenía El Chambia. Otros viejos de la época lo hacían también, especialmente con los chiquillos, que teníamos que lidiar con la dulce paradoja que nos presentaban los caramelos: por un lado, era la golosina que nos ofrecían los seres queridos, especialmente los mayores, que siempre tenían los bolsillos llenos, y por otro, era la trampa que habíamos de sortear si algún desconocido se nos acercaba. Los chiquillos de mi época vivimos bajo el aviso diario de que no nos fuéramos con nadie aunque nos ofreciera un caramelo. Yo me imaginé muchas veces la escena de una sombra desde el interior de un coche aparcado sacando la mano con un caramelo en la palma. Aquella sombra podía ser la de algún Mal Lázaro o la del Tío del Saco, entre otras turbias posibilidades de nuestros terrores infantiles.

Los peligrosos caramelos de hoy son metáforas de aquellos caramelos reales, y los chiquillos han de temerlos en las redes, otra metáfora de los pescadores, que a su vez son hoy metáfora de la metáfora en que se ha convertido todo, aunque el negocio de los verdaderos caramelos sea literal mientras no se nos atraviese Donald Trump con sus aranceles. No compartan demasiado esta columna.