Los medios y los días

Líneas rojas en el cachondeo político

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14 jul 2019 / 08:00 h - Actualizado: 14 jul 2019 / 08:00 h.
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  • El presidente del gobierno Pedro Sánchez (i) y el líder de Podemos Pablo Iglesias. EFE/Juan Carlos Hidalgo
    El presidente del gobierno Pedro Sánchez (i) y el líder de Podemos Pablo Iglesias. EFE/Juan Carlos Hidalgo

Pero, por favor, ¿cómo se van a colocar los rojos entre ellos mismos líneas rojas invulnerables? Eso es lo que dicen PSOE y Podemos. ¿Desde cuándo han existido líneas rojas para los rojos si de lo que se trata es de combatir al capitalismo? Pablo Iglesias habla de flexibilidad, tenía que levantar la cabeza Groucho Marx para ver cómo han cambiado su frase, ahora no es “estos son mis principios, si no le gustan, tengo otros”, sino “estas son mis flexibilidades, si no les parecen suficientes, tengo más”, que es como decir, “me votasteis por esto o por lo otro, pero a mí me da igual, vuestros votos me los paso por mis flexibilizaciones”.

A ver si nos aclaramos y Pedro le dice a Pablo que le han vetado desde muy arriba a los de Podemos porque es imposible fiarse de unos señores y señoras que hoy están en Pinto y mañana en Valdemoro. A ver si nos enteramos que para Felipe González su mayor enemigo, el que lo ponía de los nervios en Las Cortes, no era la derecha sino Julio Anguita, hasta el punto de que el diario de González, El País, consagró a un periodista para que se dedicara casi en exclusiva a desacreditar a Anguita y el mozo tuvo la suerte de que el corazón de Anguita se alió con la derecha y con González y entre todos le hicieron el trabajo, incluso colaboraron algunos camaradas o compañeros de Anguita, que pensaban más en el PSOE que en IU.

Cuando le hablaban a Anguita de una alianza con el PSOE él decía aquello de “Programa, programa, programa” y ahora es el PSOE el que se lo ha tenido que decir a Podemos. Anguita perseguía desenmascarar a González y que todo el mundo comprobara que su programa era sustancialmente de derechas mientras que, ahora, Sánchez pretende seguir diciéndole a Iglesias que su programa tiene puntos inaceptables para un estado que además está en la UE y en la OTAN. Eso sí, Iglesias tal vez sea capaz de flexibilizarlo lo que haga falta. ¡Qué diferencia entre aquel Iglesias tertuliano de TV que se defendía como gato panza arriba y éste que ha chocado con la realidad!

Pedro juega a ser de izquierdas, pero lo cierto es que su partido hace tiempo que dejó de ser de izquierdas y Pablo es que no sé ya ni de qué va porque no es él a quien debo analizar sino a todos (y todas) los y las que están detrás que pueden salir por peteneras en cualquier momento en un clima político donde todo el mundo se cree el rey del mambo y no existe espíritu de partido, como corresponde al contexto posmoderno en el que estamos. ¡Pero si Iglesias decide hacer una consulta a sus militantes –de acuerdo, con preguntas que recuerdan a la del 28F- y en lugar de lavar los platos sucios en casa aparece la líder podemita andaluza bramando en público, que le puede más su deseo de desbancar a Iglesias que la disciplina de partido en pro de una causa (¿qué causa? Ah, no sé)!

Aquí no hay rojos ya por mucho que se empeñe Vox y por mucho que lo necesiten las derechas, hay un totum revolutum que consiste en que gente que está en el PSOE podía estar en Podemos o en Ciudadanos y gente de Podemos en el PSOE y gente de Ciudadanos en el PP y al contrario, y gente del PP en Vox y gente de Podemos en Vox y otros que se van de un partido a las primeras de cambio -porque los “niños” se enfadan con su líder- pueden fundar dos o tres formaciones políticas más de las innumerables que ya hay. Los rojos se han montado un chiringuito en el interior de Podemos y se han olvidado de su propia historia porque intuyen que esto –la esencia del humano- por ahora no tiene arreglo y que la vida consiste en buscarse un huequecito en el sistema, en el que estar calentitos, mientras se sigue jugando a ser progresista, feminista, ecologista, y defensor de los besucones LGTBI.

No hay que preocuparse tanto por el futuro gobierno, al final puede que se abstengan las derechas para que la izquierdecha de Pedro Sánchez gobierne sola y ahí que se queme mientras que PP y Ciudadanos se refuerzan en la oposición: al contrario de lo que sostenía Lenin (“un paso adelante, dos atrás”), un paso atrás ahora, dos adelante en el futuro. Lo malo para Sánchez es que él, aunque es rosa pálido, no podrá jugar a ser rojo y le dejará todo el rojerío otra vez a Iglesias que también necesita tiempo. Todo este enorme lío, porque el PSOE ha convencido a los españoles de que él es la izquierda y porque la derecha española no se ha desprendido del todo ni del franquismo ni del viejo régimen para llevar a cabo alianzas con la socialdemocracia, a la que hace mucho tiempo que logró descafeinarla y asimilarla al sistema, a escala mundial y española. Habrá que aceptar de una vez que el sistema da para dos partidos, uno es el huevo duro, el otro el huevo pasado por agua, pero siempre huevo. No hay más, el que quiera más se tendrá que mojar mucho el trasero y no sólo de agua.