Llegan los codazos

El pacto extrajudicial que se negocia entre el Betis, Farusa, Bitton y las plataformas se ha convertido en una guerra en la que todas las partes quieren lavar los trapos sucios

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15 oct 2016 / 10:51 h - Actualizado: 15 oct 2016 / 10:56 h.
"Deportes","Real Betis","Juan Carlos Ollero","Manuel Ruiz de Lopera","José Miguel López Catalán","Ángel Haro"
  • Haro, Ollero y Catalán, en la Junta General Extraordinaria de Accionistas. / Manuel Gómez
    Haro, Ollero y Catalán, en la Junta General Extraordinaria de Accionistas. / Manuel Gómez

La triste realidad a la que asiste el bético de a pie, ese al que se le pretende cobrar una acción al doble de su precio para librarse de Manuel Ruiz de Lopera, es la que la clase dirigente de este centenario club está queriendo marcar. Bochornosa, lamentable e impropia de la entidad que representan o han representado. Los entornos, contraentornos, directivos y exdirectivos saben que hay una carrera en marcha y todos quieren llegar el primero. El objetivo: proclamarse salvador de la causa en verdiblanco. Los codazos se suceden y aquí lo único que importa es llegar antes que el otro. ¡Qué pena! De eso precisamente venían huyendo.

Al final será verdad eso de que al Betis todo el que se arrima es para hacerse una foto, o para sacar beneficio propio. Alguno está quedando retratado, sobre todo después de una columna en Diario de Sevilla en la que Juan Carlos Ollero, expresidente del Real Betis Balompié, se despacha a gusto y pone a todos en su sitio. Bueno, a casi todos. No es oro todo lo que reluce, cierto. Pero Ollero tiene razón en algo: para ir de honrado no sólo hay que serlo, sino también parecerlo. Y en esta negociación, hay quien no ha conseguido ni una cosa ni la otra. En juego, más de 3.000 millones de las antiguas pesetas destinadas a presuntos delincuentes que camparon a sus anchas por la planta noble heliopolitana. Qué casualidad. Hace unos años muchos de los que ahora salen en la foto aparecieron para darles caza y liberar al Betis de sus garras. El tiempo ha pasado y no sólo no lo han conseguido, sino que, además, han recurrido a la peor táctica posible. Lo siento, pero no me lo trago. Y como yo seguro que hay muchos más deseando ver qué pasaría en un hipotético juicio. Pues parece que los malos no eran tan malos, ni los buenos tampoco.

Desconozco si, como dice Ollero, aquí lo que pretende alguno es mercadear con las acciones. No me extrañaría, pero esa no es la única pregunta que todos se hacen ahora. ¿Qué diferencia hay entre lo que pretendía Ollero hace sólo unos meses y lo que ahora proponen Haro & Catalán? ¿No se trataba también de un pacto extrajudicial? ¿En qué se equivocó entonces el expresidente? ¿Por qué no se permitió a Ollero culminar una negociación que ahora retoman quienes le sucedieron? ¿Por qué ahora sí hay que pactar con Bitton y antes no? ¿Tanto ha crecido la sociedad como para que el acuerdo sea ahora por más del doble de lo que hubiera costado con Ollero? Preguntas que nadie ha contestado aún y que han provocado, con razón, la pataleta del que fuera presidente verdiblanco. Para muchos será eso, una salida de tono de alguien que se marchó resentido; para otros, no menos que los anteriores, las verdades del barquero.

Queda claro que lo que debería haber sido un proceso pacífico entre caballeros acabará en otra guerra de intereses personales en la que, mientras unos tiran piedras, otros se frotan las manos dándose baños de masas entre sus fieles. Tan triste es una imagen como la otra. Y a todo esto, hoy llega el Madrid. Que sea lo que Dios quiera...