El Domingo de Ramos estuve pendiente de la Carrera Oficial. Pero no la de Sevilla, sino la de Malasia, segunda Carrera Oficial del Calendario de Fórmula 1. Y he vuelto a constatar la mala suerte de Fernando Alonso. Como bien dice Antonio Reguera, Fernando Alonso tiene una mala suerte que, si se la sabe administrar y no se vuelve loco, le puede durar toda la vida. Ha sido irse de Ferrari, a cuyos bólidos se le subían los caracoles a las ruedas en las curvas en las últimas temporadas, y la marca italiana ha vuelto a ganar, que no lo hacía desde que Noé se estaba sacando el título de Patrón de Barco. Alonso es de esos tipos a los que se les cruza un gato negro y el gato se cambia de acera. Se fue a McLaren y la FIA autorizó a todos los equipos a desarrollar sus motores para 2015 excepto a McLaren. La escudería británica se está pensando en llamarse Que MeloacLaren, porque no se explican la ruina del gachó. Llevamos dos carreras esta temporada. La primera no la corrió por un accidente del que sufrió amnesia y en McLaren se frotaban las manos por si Alonso se olvidaba de que había firmado con ellos. En la segunda carrera se salió de la pista por problemas mecánicos. Su jefe, Ron Dennis, ya ha hablado con la Universidad de Sevilla para matricularlo en Derecho, que es la única manera de que acabe una carrera este año. Alonso tiene una vista para cambiarse de escudería que a su lado Stevie Wonder es un águila real. Fernando sigue con su penitencia y de seguir así en vez del Himno Nacional le van a tocar Amargura. ¡Qué chaval!