Lo malo sería no engordar

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Manuel Bohórquez @BohorquezCas
28 dic 2016 / 23:20 h - Actualizado: 28 dic 2016 / 23:20 h.

Lo malo no son los almuerzos y los saraos de Navidad relacionados con el trabajo, que son siempre unos cuantos, sino los otros, los que nos inventamos no solo porque sean días de eso, sino porque en realidad nos gusta y es algo que hacemos todo el año: el cumpleaños de algún familiar cercano, la barbacoa dominguera, el amigo que viene a vernos a casa y con el que nos vamos a la tasca de enfrente, las bodas y bautizos del año o esos caprichos que nos damos en casa un día cualquiera para no perder las buenas costumbres. O sea, que esos kilos de más que siempre tenemos en enero no son solo por culpa de la Navidad –siempre es bueno que haya niños, y nunca mejor dicho–, sino porque somos zampones y bebedores por naturaleza. En Navidad lo que hacemos es redondear cifras, comiendo y bebiendo un poco más para no tener que andar diciendo, en enero, que pesamos cien kilos y trescientos gramos. Total, por pesar setecientos más no va a pasar nada. Tonterías de pobres que han olvidado lo mal que se pasaba cuando llegaba la Navidad y no engordabas nada.