Mañana ya no se puede, o no se debe, escribir sobre las elecciones porque es día de reflexión. Votar es muy importante ya que durante décadas no lo pudimos hacer y que lo pudieran hacer las mujeres, en 1933, costó sudor y lágrimas. Votar es decidir quiénes nos gobiernan y ejercer un derecho fundamental de los ciudadanos en un país democrático. Es verdad que a veces dan ganas de no ejercer ese derecho, porque la política está como está en nuestro país, pero si no lo hacemos alguien con no muy buenas ideas lo va a aprovechar para gobernarnos de otra manera, con la bota en la cabeza, y de eso sabemos mucho en España, sobre todo en Andalucía.
Nos mienten, nos engañan, no cumplen lo que nos prometen, roban lo que pueden y casi siempre buscan su interés y gozar de los privilegios que les da la política. Pero así y todo, es necesario ir a votar el domingo y demostrarles que somos los ciudadanos quienes de verdad amamos a este país y luchamos para que todo vaya bien. Que cada uno vote lo que le dé la gana, al partido en el que crea y de la ideología que coincida con la suya. Sin miedo, sobre todo, ni siquiera a la derecha, que ya está bien de meter miedo, unos con la derecha y otros con el comunismo o el populismo de un pelaje y de otro.
Es cierto que aunque leamos los programas electorales, en ocasiones ocultan sus verdaderas intenciones y nos podemos llevar sorpresas desagradables con la letra pequeña. En este sentido, los de Vox están diciendo claramente lo que van a hacer y cada cual sabrá lo que quiere. Nombro a este partido porque es la novedad de estas elecciones generales, no porque tenga intención de disuadirles o advertirles de nada. Los demás sabemos ya lo que dan de sí, pero el de Abascal es nuevo en esta plaza, y nunca mejor dicho porque son grandes defensores de la tauromaquia.
Pueden pasar solo dos cosas, que gobierne la derecha o que lo haga la izquierda, y las dos opciones son legítimas. Es que a veces creemos que aquí han gobernado siempre los socialistas, cuando lo ha hecho también la derecha, en esta etapa de la democracia y en la Segunda República. En aquella época de la historia de España hubo partidos con una política tan autoritaria que rozaban el fascismo, como el partido de Calvo Sotelo, Renovación Española, aunque el gran partido era el de José María Gil Robles, CEDA (Confederación Espñola de Derechas Autónomas), defensor del ejército y la Iglesia. O sea, que no nos vamos a asustar ahora de un partido como Vox, ni mucho menos del Partido Popular y Ciudadanos.
Por tanto, nada de miedo, aunque Sánchez e Iglesias nos digan que viene el lobo. Estoy convencido de que los españoles son más sensatos de lo que algunos creen y que el domingo van a mirar sobre todo el interés del país. Y lo que España necesita es estabilidad política porque no están los tiempos para bromas. Hacen falta reformas económicas, sociales y políticas, y para avanzar en esto no se puede ir para atrás ni para coger impulso. Ahora, quizá más que nunca, es necesario seguir progresando y no hace falta ser un lince para saber lo que más nos interesa. Lo más útil es votar. Luego, hacerlo con cabeza.