Los 10 pecados que cometemos contra los árboles

Para lograr el escenario de un correcto y necesario bosque urbano, los servicios de parques y jardines deben estar dotados de los medios adecuados, económicos y personales

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31 mar 2018 / 21:41 h - Actualizado: 31 mar 2018 / 21:41 h.
"En verde"
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El 24 de marzo falleció un niño en Madrid por la caída de un árbol. Un hecho muy desgraciado que nunca debió haber ocurrido. No se deben caer los árboles en las ciudades. Una primera pregunta es: ¿Podemos tener una previsión de las caídas de árboles y ramas? En gran medida la respuesta es sí, si tenemos un buen catálogo realizado por profesionales cualificados de cada árbol de la ciudad y su potencial peligrosidad. Cualquiera no puede realizar una evaluación de riesgos de manera efectiva, exige una especialización al respecto. Luego, primera cuestión relevante, tener un buen catalogo de riesgos del arbolado de la ciudad. La segunda pregunta es: ¿Porque hay árboles en situación de riesgo para la ciudadanía? Evidentemente las hipótesis de la senectud o la enfermedad son posibles, pero normalmente no son la respuesta correcta. También influyen las condiciones meteorológicas extremas. Pero el problema principal está en el maltrato que tenemos con nuestros árboles debido a una incorrecta elección de especies, defectuoso diseño de plantaciones o a un inadecuado modelo de gestión. Y por supuesto, a veces, a la ignorancia de su biología. Los árboles son seres vivos con unas necesidades que no siempre se cubren y ello conduce a situaciones potenciales de riesgo en la ciudad. Analicemos algunas cuestiones. Nuestro grupo de investigación tiene expertos en el árbol urbano y su biología. Hablemos de los pecados que cometemos con los árboles. Por extensión, de acuerdo con Wikipedia, se denomina pecado a todo aquello que se aparta de lo recto y justo, o que falta a lo que es debido. Primer pecado urbano en relación con los árboles, el olvido de la biología de los árboles. Los árboles, cosa no obvia aparentemente, necesitan suelo para su raíces. Son seres vivos que tienen copa, tronco y raíces. La raíz principal buscará el subsuelo, necesita agua y sujeción, también desarrolla raíces secundarias que son plagiotrópicas, es decir, no buscan el subsuelo, crecen oblicuas y no verticales, y el resto de las raíces son insensibles a la gravedad, solo buscan agua donde la haya. Si no puede hundir el árbol su raíces en la tierra, las desarrollará en superficie y levantará las aceras. Primera cuestión para evitar las caídas de los árboles, hacer buenos alcorques, de ancho y profundidad adecuada. Los árboles necesitan un adecuado volumen. Si el alcorque, es decir, el hueco del árbol en el suelo, es el correcto en volumen, el árbol no se caerá ni se inclinará, si no median otras razones que hay que prever. Con lo cual encontramos el segundo pecado urbano, no hacemos buenos alcorques. El tercer pecado está relacionado, con los dos primeros, el suelo del alcorque no suele ser el adecuado, y el árbol no encuentra un sitio óptimo para encontrar agua y nutrientes, tampoco sujeción. Muchas veces vemos sustratos de alcorques compactados que no favorecen el buen desarrollo del árbol. Si no llueve hay que regarlos. El cuarto pecado es no dar de comer (suministrar nutrientes) y de beber a los árboles (regarlos, especialmente en periodos secos de altas temperaturas). El quinto pecado, es la poda. Un pecado muy grave. El árbol pierde su forma natural y entra un estado permanente de disfunción fisiológica. Una poda caprichosa o compulsiva genera árboles con muchos problemas, candidatos a caerse por pudriciones, y con descompensaciones de ramas que generan peligro. Da pena ver los plátanos de sombra en nuestras ciudades. Si el árbol va a desarrollar una copa grande hay que plantarlos más espaciados para evitar podas fisiológicamente desestabilizadoras en el futuro. El sexto pecado es la mala elección de las especies. No vale cualquier especie para el sitio que queramos. Una buena elección de especies para sitios concretos nos evitará muchos problemas en el futuro. La elección de especies no tiene nada que ver con el tan debatido tema entre la preferencia de especies autóctonas frente a especies alóctonas. En las ciudades es preferible, normalmente, por diferentes razones, el uso de especies alóctonas, foráneas, naturalizadas, perfectamente adaptadas al lugar. El séptimo pecado, relacionado con todos los demás, es la mala elección del enclave para una especie. No todos los árboles valen para cualquier sitio. Una mala elección de un sitio concreto generará muchos quebraderos de cabeza en el futuro. Esto nos conduce al octavo pecado, el olvido de sus funciones para la ciudad. El árbol es básico para la salud y el confort de los habitantes de la ciudad, una pieza clave para la estrategia de la ciudad ante el cambio climático. El árbol depura de ciudad. Si perdemos árboles, perdemos salud y confort. Con ello, llegamos al noveno pecado. El desconocimiento de la ciudadanía de estos necesarios vecinos; no facilitamos el conocimiento de los árboles de la ciudad y su función a la ciudadanía. Esta conexión debe ser articulada por la municipalidad. El décimo pecado es grave, afortunadamente no suele ocurrir con una frecuencia preocupante, y es la tala caprichosa e injustificada. Perder árboles sanos y funcionales en la ciudad no debe ocurrir. Si hay necesidad de eliminar un árbol de algún sitio, debe ser trasplantado siempre que sea posible. Nuestros árboles son la herramienta de la vida, el mejor aliado de la ciudad, nuestros desconocidos vecinos, el cimiento de la infraestructura verde, un suspiro de alivio que exhala aire limpio. Una buena arboleda en la ciudad es necesaria ante los rigores actuales del verano y el estío, y los venideros en relación con el cambio climático. Ya lo dice el refrán: quien a buen árbol se arrima buena sombra le cobija. No hay mejor tecnología para alcanzar un buen confort urbano en la ciudad que la arboleda, barata y sostenible. Un árbol en las ciudades de Andalucía, bajo la sombra de su copa, puede tener en pleno verano a mediodía una temperatura entre diez y 15 grados inferior a la que se registra en una zona soleada próxima del acerado o la calzada. Los árboles son la mejor tecnología para alcanzar en ciudades como Sevilla un nivel adecuado de salud y confort. Pero no se deben caer los árboles, ni sus ramas, en las ciudades. No puede morir nadie por la caída de un árbol o una rama, ni tampoco haber daños materiales. Pero necesitamos a los árboles como parte esencial de la infraestructura verde urbana. El árbol en el bosque urbano nos dará salud y nos hará mejores. El árbol es el mejor exponente de la biofilia urbana. Para lograr el escenario de un correcto y necesario bosque urbano, los servicios de parques y jardines deben estar dotados de los medios adecuados, económicos y personales, y dirigidos con mucha inteligencia por personas capacitadas para ello con una visión global de su papel esencial. Es importante también la conexión con el conocimiento continuo que generan las universidades al respecto, y esta conexión no debe estar mediatizada por cuestiones administrativas sin sentido ya que quien pierde es la ciudadanía, que es realmente la ciudad. Mueren más personas al año por la mala calidad del aire en las ciudades, 30.000 al año, que por caídas de ramas y árboles en España. Pero no podemos permitir que un árbol mate a nadie por supuesto, por eso una correcta gestión del bosque urbano es imprescindible, y para ello se deben tener los medios materiales y humanos, incluidos medios intelectuales, necesarios para mantener el imprescindible bosque urbano de las ciudades, es decir, nuestros árboles, esenciales y desconocidos vecinos, una bendición de la creación en nuestra biosfera.