Los errores borrados

Inculcar el Miedo a Admitir Errores es todo un acto de irresponsabilidad que siega la humana autenticidad, anulando la creatividad y la posibilidad de avanzar

Image
08 sep 2018 / 19:08 h - Actualizado: 09 sep 2018 / 11:23 h.
  • Los errores borrados

Hasta 1770 la gente usaba pan como borrador del lápiz, pero entonces, un buen día, el ingeniero inglés, Edward Nairne, utilizó por error un trozo de caucho, vio que funcionaba bien y así inventó la goma de borrar. Resulta un tanto paradójico porque, como bien sabes, las gomas se utilizan para borrar errores pero, si existen, es gracias a uno.

¿Morir en blanco o vivir con tachones?

Se popularizó su uso y aún recuerdo mis primeros lápices, aquellos que venían con la goma incorporada en el extremo. Daba tranquilidad escribir sabiendo que, si te equivocabas, siempre podías rectificar. Nuestra vida se asemeja mucho a ese cuaderno por escribir y tú eres el necesario lápiz. Hay cuadernos que mueren en blanco porque el lápiz no se atreve a escribir ni una sola línea pues pierde su punta ahogado en la ansiedad del «¿y si...?»: «¿y si ensucio la hoja?», «¿y si me equivoco de palabra?», «¿y si me copian?», «¿y si se ríen de lo que escribo?», «¿y si me sale un borrón?», ese lápiz olvida por completo que dispone de una goma incorporada que le permite empezar de nuevo si no está satisfecho con el resultado actual. Es una pena permitir que el cuaderno muera en blanco...

Yo prefiero vivir con tachones. Hay otro tipo de lápices, los dinámicos, los valientes, los que se entregan a la escritura ¡les apasiona llenar páginas y páginas!, estos lápices son mucho más activos –y, por ende, productivos– pero, claro, así aumenta la probabilidad de cometer algún error, y lo más seguro es que, cuando llevas escritas muchas páginas, hayas acumulado también un buen número de tachones, ya sabes, aquellas líneas que nos enseñaron a hacer de pequeños cuando cometíamos un error. VIvir con TAchones es ¡VITA! (en el sentido más original y esencial de vida) porque, sí, la página no queda precisamente perfecta, impoluta, bonita pero... ¡es más real!; vivir con tachones es síntoma de que eres una persona de carácter, auténtica, con coraje e iniciativa para avanzar, seguir escribiendo y rehacerte si te equivocas, sin necesidad de borrar el error con la goma porque con el tachón no ocultas el error a los ojos ajenos (ni a los propios) sino que haces ver que, a pesar de haber tenido uno o muchos resultados no esperados, ¡tienes capacidad para aprender, rehacerte y crecer aún con más ganas! Eso es algo que siempre me ha llamado la atención desde niña, ¿por qué la gente tiene esa necesidad de borrar esas alternativas a las que nuestra mente da lugar? –a las que muchos llaman errores–. Creéme, es mucho mejor sentirse llenito, de mente y de corazón (y eso sólo se consigue con algún que otro tachón...) que quedar bonito.

¡Te paso a boli!

Cuando estaba en 3º de EGB (sí, soy de EGB) uno de los hitos del curso era cuando el profe te «pasaba a boli», es decir, estimaba que habías hecho pocos borrones a lápiz, que la letra era bonita y te permitía dejar el lápiz para empezar a escribir a boli, parece una tontería pero, por aquel entonces, era un paso importante porque con el bolígrafo no te podías equivocar, entonces no había gomas para bolis... Es curioso, sólo te «pasaban a boli» cuando tu página estaba bonita, era una especie de premio a la perfección, pero sólo se llegaba a esa página perfecta a base de tachones, ensayo y error... Cada tachón cometido era un error menos en tu haber y, por tanto, estabas más cerquita de conquistar el boli... ¡Pobre de ti como el profe viese tu cuaderno con unos cuantos tachones! «Todavía te falta para pasar a boli», me decía mi profesor, a mí me daba coraje: «¡ni siquiera ha leído lo que he escrito!», lo importante, lo que se premiaba (y se premia), lo determinante para pasar a boli era la apariencia, el lucir perfecto, el aparentar que no se tenían defectos...

Este modo de actuar, de lo antinatural, es el arquitecto porque así se frena la iniciativa y se alimenta la filosofía del impostar, del aparentar...

¡Despidiendo a MAE!

Y de repente, llegó el típex y ya parecía que no tenía tanta gracia «pasar a boli» porque con el típex ya estaba permitido equivocarse, ponías una capa blanca sobre la equivocación en cuestión y «la borrabas del mapa» (aunque yo seguí utilizando tachones porque el típex me desfiguraba la letra, el tachón era como más artesano).

Desde niños, parece que se nos inculca el Miedo a Admitir Errores (MAE) y una vez que conocemos a MAE, ¡nuestra iniciativa se cae! porque «mejor no andar, no vaya a ser que te vayas a equivocar...». ¡Lo que tendríamos que hacer es despedir a MAE ya y empezar a premiar las páginas con tachones! Tener miedo a equivocarse es tener miedo a vivir, inculcar el Miedo a Admitir Errores es todo un acto de irresponsabilidad que siega la humana autenticidad, anulando la creatividad y la posibilidad de avanzar. Recuerda: los errores borrados son los progresos enterrados... ~