La verea

Los exámenes de febrero

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Ezequiel García ezegarcia85
02 feb 2019 / 16:11 h - Actualizado: 02 feb 2019 / 17:51 h.
"La verea"

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Sí, señores y señoras... es cierto que hoy pega hablar de las desavenencias matrimoniales entre el viejo PSOE de Guerra o el nuevo de Sánchez y sus pseudo-socialdemócratas; o de Theresa May, aficionada a los patrones clásicos del Burda, y su Parlamento pérfido; o de Guirao y el dictador Maduro... Ya se acabó la cuesta de enero, donde hemos acabado de rebajas hasta el último pelo de la cabeza y comienza otra fecha bastante jodida y puñetera para muchos de los que hoy me estáis leyendo entre café y café, folio y folio, hoja llena de garabatos y de firmas, -que tú nunca has hecho tantas firmas en tu vida juntas- y botellita de agua en biblioteca. Es época de exámenes...

Y yo no sé quién sería el espabilao que se inventó que los exámenes de la Universidad serían después de las Navidades, cuando esa fecha es, cuanto menos, contraproducente. Ponlos antes, como todo el mundo, no después... Los exámenes son auténticas yincanas en las que se pone de manifiesto cuánto de habilidosos somos los estudiantes para demostrar nuestra sabiduría... para no ponerse a estudiar.

Hay muchos manuales y correos electrónicos de guasa que corren por Internet, pero yo creo que los estudiantes universitarios, los cuáles están indignados porque la mayoría de los años los exámenes coinciden en Carnaval, y eso aquí en Andalucía no se puede tolerar... se dividen en diferentes grupos dependiendo de la sustancia adictiva que tomen para aguantar horas y horas delante del folio intentando concentrarse, pero que finalmente descubre un mundo infinito alrededor suya, aunque estudie en una sala de tres metros cuadrados donde sólo haya una silla, una mesa, una lámpara, folios y un boli BIC –se están perdiendo en detrimento de los Pilot... ¡Salvémoslos!- junto a los apuntes.
Están los que estudian bebiendo café: los tradicionales. Son muy conservadores. Mariano Rajoy, por ejemplo, se sacó su plaza de Registrador de la Propiedad hartándose de café; Abascal era más de sopita de ave en olla con ‘pirindolo’ -es decir, válvula con sonido que todos recordamos de épocas pasadas- Al ser de los tradicionales, también a Casado le gustaba sacarse sus exámenes a base de sopita. Además les gustaba estudiar en su escritorio, con su flexo de bombilla azul, que decía tu madre que era buena para que no dañara la vista y tu silla de madera con cojín...

Están los modernitos, los progresistas. Son gente que estudia con velitas de olores de estas que venden para momentos al más estilo Dalai Lama, con esos olores a sándalo, primavera o neutralizador de humo, a vainilla o a mora del Perú; tienen su silla con ruedas, estudian con el pijama o sudadera más vieja que tengan y, hay días que les da por irse a estudiar a la biblioteca en plan comuna. Son de beber entre apunte y apunte infusiones, tés y demás sucedáneos herbóreos. Así estudiaron nuestros queridos Pedro Sánchez, Pablo Iglesias o la señora Carmena, entre otros.

Después tenemos a los radicales. Viven al límite. Que no falte el Red Bull, con nocturnidad y alevosía. Son más de quedar entre ellos virtualmente, incluso en diferentes países, vía Facebook o Whatsapp. Lo mismo se estudian unas oposiciones sobre cómo aplicar el 3% a ciertas comisiones, diseñar toda una línea de moda en colores amarillos, incluidos lazos, que te hacen un referéndum en menos que canta un gallo. Este tipo de estudiantes ha tenido continuidad en el tiempo, tales como la saga Pujol, Arturito Más, Junqueras o Puigdemont.

Y por último, tenemos a los denominados pancarteros. Estos estudiantes dejan los apuntes a cambio de que el profesor no oprima al estudiante y haga un aprobado general. Normalmente, suelen aparecer menos por clase que Cifuentes en su máster, pero los podrás encontrar en cualquier calle de cualquier ciudad, luchando por la supresión de la letra o en la terminación masculina de palabras o por el ruido eterno de los camiones del butano. Dame un megáfono y moveré el mundo.

Sin duda, algo de lo que también caracteriza a esta época de exámeneses la típica llamada el día antes a todos tus colegas para ver por qué página van o si han terminado ya el temario. Y casi siempre se miente para quedar bien... Pero, ¿y lo a gusto que se queda uno cuando le ha robado al amigo de turno 30 minutos de su preciado tiempo...?

En definitiva, queridos lectores, sobre todo a los más jóvenes... Que puede que se os haga un mundo esto de estudiar en febrero con todos los exámenes y tal, pero con el paso de los años, veréis que fue un puro trámite... Trámite que muchos de nuestros políticos deberían haber pasado hace muchos años para que supieran lo que es el esfuerzo de conseguir un futuro mejor sin meter la mano en el bolsillo. Porque la inmensa mayoría creemos en vosotros y vosotras. Ánimo. Y humor a la vida, que está muy chunga...