La Gazapera

Los genios van caducando

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Manuel Bohórquez @BohorquezCas
01 feb 2019 / 07:30 h - Actualizado: 31 ene 2019 / 16:29 h.
"La Gazapera"
  • Rosalía durante un concierto. / Marta Pérez (EFE)
    Rosalía durante un concierto. / Marta Pérez (EFE)

En el flamenco actual hay dos problemas: uno, que te consideren muy purista, conservador o antiguo; y dos, que te cataloguen de demasiado moderno y abierto. El término medio no interesa para nada. Estamos en la época más mala de cante jondo, pero no lo digas porque enseguida te pondrán en la lista de los carcas, con lo bien que cantan Rosalía y El Niño de Elche, La Tremendida o la Mayte Martín más íntima y bolerista. Las salas de espera de los siquiatras están llenas de mairenistas, chaconeros, perrateros y caracoleros. “¿Qué me pasa, doctor, que no logro entender el cante vanguardista?”, me cuenta un amigo sicólogo que le dijo hacer tres o cuatros días una aficionada que duerme cada noche con una estampita de La Paquera.

Cuesta olvidar a los clásicos del cante, como cuesta olvidar a los de la literatura, la poesía o la pintura. ¿Por qué ocurre esto? Fundamentalmente porque no hay artistas de la talla de los que había hace medio siglo e incluso dos décadas menos. Entonces, se preguntarán algunos, ¿Poveda, Arcángel, Estrella Morente y Marina Heredia no son figuras de este arte? Claro que sí, pero si las comparamos con las que había hace siete u ocho décadas, no hay color. Este es el motivo de que aparezcan de vez en cuando unas voces nuevas muy bien promocionadas, que dan un poco de ruido pero que en unos meses acaban desapareciendo del mapa.

El otro día leíamos un titular, solo eso, que decía: “El flamenco se cansa del Niño de Elche”. ¿Tan pronto? Pues sí, es lo que suele pasar cuando se pone muy alto el listón de las expectativas y se les presenta como genios o revolucionarios, que es el caso de este señor. Que un día desaparecen y se acabó el pescado. O sea, si te aplaudí ni me acuerdo.

En cambio, Chacón, Manuel Torres, Marchena, Caracol, Mairena, Morente y Camarón no han desaparecido aún, solo físicamente. Chacón está más vivo que nunca, como ocurre con Camarón. Morente ha crecido desde que se fue, aunque queden quienes no acaban de entender su importancia. Y Lebrijano tiene ahora más seguidores que cuando se dejaba el alma en los festivales y le acusaban de cargarse el cante gitano con tanta música andalusí. “Vete con los moros”, le decían a veces quienes nunca entendieron que Juan era un alma libre, creadora y subversiva.

Al quedarse el cante sin referencias vivas, que es lo que ha pasado, surgieron unos oportunistas que nos colocaron a sus genios de mercadillo o bazar chino. “Este es un genio”, dijeron de Duquende, Potito o Miguel Poveda. Bien, ¿dónde andan hoy? Salga usted a la calle y pregunte por el título genérico de alguno de los discos de estos tres artistas. Es verdad que el señor Poveda llena teatros, polideportivos y circos romanos. ¿Y qué? Manuel Carrasco llena más y canta melosas canciones. No es por quitarle importancia, pero dejará menos huella en el flamenco que cualquiera de aquellos que, al menos, dejaron un estilo de fandango, tangos o bulerías.

Hay una clara tendencia a volver un poco atrás, por lo que hay un gran interés en saber cosas de los grandes clásicos, como está ocurriendo con Tomás Pavón, Juanito Mojama o Isabelita de Jerez, por citar solo claros ejemplos. ¿Es esto compatible con que salga una muchacha que cante al revés y forme el taco? No, no lo es.