La vida del revés

Los muertos en Cataluña no se llamarán Milosevic

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11 dic 2018 / 10:52 h - Actualizado: 11 dic 2018 / 12:56 h.
"La vida del revés"
  • Los muertos en Cataluña no se llamarán Milosevic

Podría parecer que la vía eslovena a la que alude el President de la Generalitat es algo muy parecido al cambio que podría haber elegido parte del independentismo catalán. Sin embargo, en lo único que se parecen esos caminos es en que allí hubo 74 muertos y aquí los podría haber si se sigue tensando la cuerda.

Es verdad que en Eslovenia se convocó una consulta preguntando por las intenciones independentistas de ese pueblo. Participó un 94 por ciento de la población y votó sí un 95 por ciento. Era el año 1990. Eslovenia formaba parte de la antigua Yugoslavia, un país que estaba integrado en el movimiento de Países no Alineados y que estaba gobernado por Josip Broz Tito, un militar de fuerte personalidad que supo controlar las diferentes etnias que más tarde se machacarían entre si.

Por tanto, la diferencia es que el 95 por ciento del pueblo esloveno estaba convencido de creer formar un estado independiente. En Cataluña esa cifra es muy inferior y apenas alcanza el 50 por ciento. Este es un dato que debería ser suficiente para que los independentistas catalanes pisasen el pedal del freno.

En 1991, se declara la independencia eslovena de forma unilateral. Y se suspende inmediatamente. La idea era dialogar con la otra parte hasta llegar a un acuerdo satisfactorio para todos. Podría parecer que esto es similar a lo que sucedió en el Parlament hace unos meses. Pero tampoco lo es. Cuando Eslovenia declaró su independencia de forma unilateral ya era apoyada o reconocida por buena parte de la comunidad internacional, un apoyo que lideraba Alemania. Y eso es mucho decir, tanto como anotar que el apoyo internacional al independentismo catalán es mínimo o nulo. Slobodan Milosevic, por su parte, no contaba con las simpatías de casi nadie siendo presidente de Yugoslavia. Y bien sabía él que el conflicto con Eslovenia se podía agravar con el resto del mundo involucrado y que, por tanto, su plan de limpieza étnica quedaría en serio peligro.

Todo el proceso terminó como suelen terminar estos conflictos. Murieron 74 personas en la que se conoce como la Guerra de los diez días. Efectivamente, Eslovenia logró su independencia. Pero el precio fue caro porque una guerra siempre lo es. La vía eslovena fue una senda violenta y sangrienta.

Por tanto, parece que un escaso 50 por ciento de apoyo popular es poco; que el apoyo de la comunidad internacional no existe, puesto que el proceso es ilegal y propio de políticos irresponsables y que el precio que pide Torra a los catalanes es imposible de pagar.

Torra y Puigdemont parecen capaces de decir y hacer cualquier cosa. Se ha dicho de ellos que son unos iluminados, que han perdido el norte y la cabeza. Creo yo que son dos tontos en apuros, dos mediocres sin remedio que se han encontrado ante un poder inesperado. Y ya se sabe que si se quiere saber quien es Miguelillo, sólo hay que darle un carguillo.

Eslovenia no es Cataluña. Y los muertos tampoco serían los mismos. Esos tienen nombre y apellidos siempre.

Todo esto forma parte de un disparate propio de un imbécil. Sencillamente, el presidente del Gobierno español debe detener lo que está pasando. Estamos llegando al punto de no retorno.