Las noticias son un arte que se explica por el momento de su difusión. A la que me referiré, ha aparecido en agosto cuando la orilla del mar nos alcanza y nos hace grávidos ante el temporal que no tardará en arrasarnos.
Y curiosamente se cuela a través de un confidencial próximo al PP.
Hace un año, el ministro de Justicia Rafael Catalá ideó un sistema (Lexnet) por el que abogados y jueces se intercomunican, sustituyendo papel y registros oficiales.
Una primera justificación –ecológica–, no admite recelos; como tampoco la aspiración de celeridad en la burocracia entre la Administración de Justicia y los ciudadanos, aunque se eche de menos algo más de vocación de servicio público en aquella.
Once mil documentos judiciales se han filtrado. Y no crean que ha sido el resultado del ingenio o de hackers rusos. El propio ministerio creó una copia de seguridad y la puso al descubierto de cualquiera.
Juzgados, fiscalías y sus actuaciones en un visor. Y no acaba ahí el asunto. Sumémosle la capacidad conferida de alterarlos, colgados en internet sin control de acceso ni contraseña mínima.
España es el Estado del miedo; el barracón pestilente de la gangrena. Solo es posible respirar con las ventanillas bajadas del verano. Les recomiendo que lo apuren. No seremos líderes en patentes; pero sí en antidepresivos.
Al igual que las amnistías fiscales se idearon como excusa absolutoria para los afines; esta nube seguro ha propiciado la acción de los mismos beneficiados por aquella. No tardaremos en descubrir sumarios incompletos, en sus páginas más trascendentes.
Y es que aunque ya nadie espera nada de la partitocracia; en Madrid no se descansa en agosto y no es por Cataluña.