Los santos de San Bartolomé

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15 oct 2016 / 21:10 h - Actualizado: 16 oct 2016 / 10:11 h.
"Cofradías"

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Siempre se habla de las grandes familias de santos (como la de San Isidoro, en la que la madre y los cuatro hermanos fueron canonizados, o muchas en las que varios han recibido dicha gracia) como casos particulares en los que Dios derrocha sus bienes y se hace presente en un mismo hogar, bendiciendo esa comunidad con el trabajo evangelizador, orante y caritativo de varios miembros de una misma casa.

Hay sin embargo un vínculo nativo que no siempre se pone en valor, que es el de la vecindad de muchos santos y beatos en la misma ciudad, o incluso en el mismo pueblo. Sevilla, en la mañana gloriosa del Corpus, pone en la calle una triunfal procesión, en la que lucen orgullosos, desde Santa Ángela en adelante, grandes figuras de nuestro santoral, nacidas aquí o que dieron aquí la mayor parte de su fruto.

Aunque faltan y faltarán algunos, aún tardará tiempo en ponerse de manifiesto el fértil terreno que encontraron para crecer allí los santos del barrio de San Bartolomé. Uno de ellos, el obispo Manuel González García, el santo gordito, como recordaba la hermana María Pilar Heredia que se le decía en su pueblo, Carmena, hoy recibe del papa Francisco la gracia de la canonización, tras un largo proceso abierto por Juan Pablo II. Hoy, aquel chiquillo pobre de la calle Vidrio que llegó a ser seise y luego vistió los ricos ornamentos de las catedrales de Málaga y Palencia, queda ya para siempre aupado a los altares, recibiendo singular veneración por sus hijos de la Familia Eucarística Reparadora y las hermandades de la Alegría y de la Pastora de Santa Marina, que conserva su reliquia y la venera ardorosamente.

Tiene esa hermandad, la de la Pastora de Santa Marina, otro santo a la espera de ser declarado como tal: el mismo Fray Isidoro de Sevilla, que nació en la casa nobiliaria de los Vicentelo de Leca en la calle Levíes y lo dejó todo para servir a la iglesia como fraile capuchino, excelente predicador y primer apóstol de la devoción de María como Divina Pastora. Pero, ¿de quién pudo tomar Fray Isidoro tan buen ejemplo? De su tío, don Miguel de Mañara, declarados Venerables ambos y a la espera del milagro que ha progresar la causa de su canonización. Don Miguel dejó también la casa de calle Levíes para entregarse por completo a la obra de la hermandad de la Santa Caridad, a la que dotó de completo sentido y que aún hoy vive según las disposiciones que él marcó para el servicio a «nuestros señores los pobres», como siguen afirmando los hermanos de tan piadosa institución.

Ojalá muy pronto los tres, don Manuel González, Fray Isidoro y don Miguel Mañara gocen en San Bartolomé, su parroquia natal, un culto reiterado y estimulen la vida pastoral de la comunidad, atendida ahora también por la Obra de la Iglesia. Los santos de San Bartolomé hoy empiezan a ser santos. La Virgen de la Alegría pone en su rostro, en mitad de este octubre, una sonrisa de Lunes de Pascua de Resurrección. ~