Malditos árboles

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07 sep 2018 / 22:30 h - Actualizado: 07 sep 2018 / 22:30 h.

El arbolado urbano de Sevilla sigue sin enterarse de que el PSOE manda ahora en la ciudad y, en una actitud más propia de otros tiempos, y que dista mucho de ser comprensible y comprensiva, sigue empeñada en dejar caer sus ramas inesperadamente sobre el gentío, los coches aparcados, las casas, lo que sea. Puro terrorismo vegetal. Creo que el alcalde debería ordenar que dejen de regarlos y promover una moción de condena en el próximo Pleno; ya basta de miramientos con la naturaleza, que ni es madre ni nada. «Es que cuando llegan los calores, las ramas se secan y se desploman», dicen los listos (siempre hay un doctor en Botánica en las reuniones de vecinos): pamplinas. En Sevilla hay mucha gente que se reseca con el calor y no va perdiendo miembros ni extremidades por las calles, ni mucho menos –puestos a hacerlo, en justa reciprocidad– sobre indefensas plantas que ninguna culpa tienen. El problema de los árboles de Sevilla no es que sean inadacuados y todo eso, sino que son muy malas personas, incluso en el restringido supuesto vegetal en que pudiera usarse esta expresión: ya no es que se caigan las ramas y lisien al respetable, que verdaderamente es lo más grave y llamativo del asunto, sino que llegada la primavera pasa uno por la ronda histórica, por la Calzada o por cualquier otro sitio donde haya plátanos de sombra y se le ponen los ojos como a Marty Feldman en una cámara de vacío: malditas virutas, maldito polen, malditos árboles que no comprenden quién manda aquí. Deberían hacerlos de porespán. La civilización no puede permitirse cosas que enfermen y se rompan. La sola idea va contra el progreso. La fragilidad es una ordinariez.