Si Pablo Iglesias e Irene Montero no esperaron a llegar ser figuras del toreo para comprarse el cortijo, Begoña Gómez, la esposa del presidente del Gobierno, tampoco ha querido esperar mucho para colocarse bien. Tendrá un buen currículo y una formación adecuada, pero a lo mejor no era el momento de aceptar un puesto así, que curiosamente no le ofrecieron hace uno, dos o tres años, sino a los dos meses de ser la mujer del presidente que dijo venir solo a convocar elecciones para que el pueblo decidiera una vez echado Rajoy. Encima no patalees porque serás tildado de machista, como lo serás de racista si cuestionas algo que tenga que ver con la política migratoria de este gobierno. Pero lo que ha tenido su gracia es que abucheen al presidente en Bajo de Guía, Sanlúcar de Barrameda, donde comerse un langostino tigre cuesta un ojo de la cara. En la segunda ciudad con más paro de España, sí, que es este hermoso rincón gaditano. Todo esto de Sánchez y su señora me recuerda a lo que solía decir un oficial de albañil un tanto chapucero: «Mantente mientras cobro». ~