¿Marcados?

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12 dic 2018 / 11:41 h - Actualizado: 12 dic 2018 / 11:43 h.

La historia es reciente y ya ha merecido comentarios. También una tímida e insuficiente disculpa de la conductora del lamentable programa que alentó el esperpento. Nada que no sepan: se trataba de identificar y marcar a los 44 votantes de esa arcadia decadente llamada Marinaleda en la que navegar contra el dictado de su reyezuelo sale caro, carísimo. La petición de perdón de la tal Cristina Pardo llegó tarde y llegó mal. Porque el mal ya estaba hecho. La pesada digestión de ciertos sectores políticos y sus voceros mediáticos tiene estas cosas. Pero la actitud –como la de llenar de mocos la bandera que nos une a todos- suele tener consecuencias: se agita el extremismo y se fortalece a una emergente formación que, no se olvide, ha sido refrendada por 400.000 andaluces que le han confiado su voto pensando en el cambio.

Es curioso. El PSOE del 82 también hablaba de cambio. Y lo hubo, seguramente para bien. Ahora se vuelve a agitar el mismo concepto para echar a esas siglas. Pero el búnker no quiere aceptar que ha llegado el tiempo de plegar el capote y salir de la plaza. Algunos no quieren admitir los resultados. Ese aislacionismo social y político de lo que –en determinados sectores- se considera políticamente incorrecto tampoco es nuevo. Basta bucear en la historia real –no la que marcan los aparatos de propaganda de ciertos partidos y medios- para recordar algunos lances ocurridos en la II República, ese tiempo tan convulso como idealizado en el que nada podía salir bien. La razón es muy sencilla: una España se excluía a la otra y hasta la aplastante victoria de la CEDA en las elecciones del 33, la coalición de derechas, fue seguida de un estado prerrevolucionario que le impidió gobernar. ¿Les suena? Tuvieron que pasar muchas décadas para que Juan Carlos I -ese rey al que pretende ningunear el estalinismo chavista cañí para instaurar su dictadura de mentira y miseria- fuera el primero en prometer “reinar para todos los españoles”. No conviene olvidarlo