Matrícula de honor

Hacen grande lo pequeño, convierten con apenas una sonrisa el infierno en paraíso. Hermanos cofrades, son un destello como el cristal de un guardabrisas

28 ene 2018 / 08:08 h - Actualizado: 28 ene 2018 / 08:10 h.
"La Pasión"
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Son dos hermanos y una misma sonrisa, una luz de parentesco con la intensidad de siempre, un brillo similar al reflejo del cristal de un guardabrisas. Un destello que ilumina la verdad. Sin matices, sin falsos techos, sin vueltas ni revueltas. Hay personas que son claras, directas, francas, almas de frente, carreteras sin curvas. La sonrisa de Daniel y de Juan Alberto García Acevedo es una buena noticia, una especie de alfombrilla en la puerta de las horas en la que siempre puede leerse que eres bienvenido, a cualquier hora. Le ponen siempre buena cara al futuro, aunque el futuro se haya quedado sin calendario. Estos hermanos cofrades, y cofrades hermanos, son un paraguas bajo cualquier eventualidad, un refugio, un vaso de agua fresca en la estación de penitencia diaria que consiste en atravesar el desierto. Daniel y Juan Alberto no le regatean esfuerzos a la ciudad cuando Sevilla les pide paso firme, amores y noticias. La adoran. Con el alma.

Llevan en sus hombros una cruz pesada que atraviesa las tardes en forma de lanza por las calles de San Martín y en ese eje del Miércoles Santo saben que tienen su latido sostenido siempre en el alambre, la cara y la cruz de la vida, la parte final del juego en el que se pone el corazón sobre el tapete de la mesa.

Una cámara de fotos, un boletín, un abrazo y las manos siempre abiertas. Ese es el equipaje. Los Hermanos García Acevedo siempre llevan sus manos abiertas, para que quepan tus problemas y ellos los agarren por el cuello buscando la solución, encontrando el temple de las personas buenas.

A menudo aparecen en esos lugares en lo que uno requiere la palabra que te alivie, la sonrisa que te ayude a escapar del abrazo de la tristeza. Aparecen, sí, y refrescan la escena, caminando por esa vía sevillana de la amabilidad y la alfombra de la ternura delante de tus pies.

Tenemos mucho que agradecer a esa web llamada Artesacro que forma parte ya de nuestro ADN, de nuestra manera de ser y sentir. Pero especialmente le reconozco la gracia de haberme puesto delante de los ojos a estos dos hermanos que niegan siempre lo malo, que aplauden lo bueno, que ven a través de las cosas hechas con el corazón y no con la cabeza. Dos perfectos compañeros de viaje, dos cofrades de Sevilla, dos personas de las que presumir, dos cielos de tíos.

Yo me asomaría a cualquier precipicio si Daniel y Juan Alberto estuvieran cerca del filo de ese abismo. Sé que no caería jamás.

Hay personas en la ciudad más hermosa del mundo, muy cerca nuestra, en ese universo cofrade tan denostado en este tiempo, que sacan la matrícula de honor mientras otros perdemos el tiempo y suspendemos. Gracias... hermanos.