Matrículas gratuitas

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28 jul 2018 / 21:38 h - Actualizado: 28 jul 2018 / 21:39 h.

Tal vez a la Junta de Andalucía le interese saber –aunque lo sabrá– que todo ese boato con que presenta el tema de las matrículas casi gratuitas para los universitarios está muy bien pero posee una vertiente negativa: está tirando en alguna medida el dinero público. Queda de maravilla la gratuidad para cazar votos que es de lo que se trata pero hay un elevado número de alumnos universitarios que están defraudando al gobierno que los ayuda y a sus padres. No se merecen esas prebendas pero como son teóricos apoyos –ellos, sus padres y familiares– a la continuidad eterna del PSOE, se hace la vista gorda. ¡Progresismo!

Es conversación habitual entre profesores la paulatina baja calidad del alumnado, cómo hay que rebajar el listón de exigencias cada curso, cómo llegan a la universidad y al último año de la carrera, numerosos jóvenes aniñados, con mentalidad de enseñanza secundaria y de haber recibido en el hogar una educación a base de mimos excesivos que les impiden valorar lo que poseen y el esfuerzo que tanto sus padres como el Estado llevan a cabo para pagarles su educación, la ropa que llevan y el alimento que ingieren. Todo lo quieren fácil, no están acostumbrados a enfrentarse al fracaso de un suspenso porque los han educado en la blandenguería y si sus profesores de instituto, enseñanza primaria o ESO suspenden demasiado y exigen –que es lo que debe hacer un profesor– se les echan encima tanto los padres como los inspectores de la Junta.

A esas personas o, mejor, personitas, les están pagando los estudios universitarios y en algunas carreras entran en primero 300 y en cuarto, al final del grado, salen 300, lo cual es inaudito, sigue la tónica del examen de selectividad donde aprueban casi el 95 por ciento de los aspirantes sin poseer un mínimo nivel al menos en ciencias sociales y humanidades. ¡Hala!, todos para dentro, a la universidad, y votos y más votos. Entre los 18 y los 25 años los jóvenes, en su mayoría, no quieren saber nada de leer libros. Según el estudio Connected Life, de la consultora TNS, los jóvenes pasan una media de cuatro horas y media diarias mirando el móvil o la tablet y eso sin contar con las horas de ordenador o televisión. Son atenuantes que tienen los estudiantes de ahora pero a la Junta eso no le interesa, es decir, lo que se llama alfabetización mediática a tope. Personalmente, sé que imparto clase para una exigua minoría de excelentes alumnos, eso da sentido a mi trabajo. Pero la Junta no quiere calidad, quiere cantidad. De votos.