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Menese en el Madrid de Chacón

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Manuel Bohórquez @BohorquezCas
24 oct 2018 / 12:37 h - Actualizado: 24 oct 2018 / 12:38 h.
"La Tostá"

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En esta España que quiere resucitar a Franco o llevarlo a los altares y que vende armas a Arabia Saudí, José Menese no tendría sitio. Es más, sufriría lo indecible, porque luchó mucho para que las cosas fueran de otra manera, aunque, como él mismo cantaba, con los nuevos gobernantes siendo los mismos perros con los mismitos collares. Lo traté mucho en los últimos años de su atormentada vida y estaba desengañado de esa izquierda que defendió siempre a muerte. Y no digamos del flamenco, arte al que se entregó tanto y con tanta verdad, que le lastimaba cualquier cosa que atentara contra su esencia y los maestros que le dieron la baraka de lo jondo: Mairena, Juan Talega o Rafael Romero.

De La Puebla de Cazalla, hijo de un zapatero remendón, José Menese Scott, que así se llamó, se hizo figura del cante en Madrid arropado por intelectuales. Fue el morisco uno de tantos cantaores andaluces que se fueron a la Villa y Corte huyendo de la pobreza andaluza para vivir de una manera medio decente en los tablaos y teatros de la capital de España. En el Madrid de Chacón, aunque Menese no era chaconiano, sino mairenista. Detestaba el chaconismo y todo lo que oliera a esa escuela de cante, de ahí su aversión a Marchena o Morente, dos seguidores de la rica escuela del genio jerezano de San Miguel.

El maestro de La Puebla va a ser homenajeado el próximo lunes, día 29, en el Auditorio Nacional de Madrid. Será como si regresara y se dejara ver por la Plaza de Santa Ana o la calle Echegaray, o por esa gran calle de Alcalá por donde subían y bajaban los andaluces para que reluciera, según cantaba Chacón en uno de los palos del cante que dejó acabados, los caracoles. Honores al gran Menese, una noticia que merece media docena de mostos.