Mercero

Image
15 may 2018 / 20:50 h - Actualizado: 15 may 2018 / 21:50 h.
"Fin de pista"

La muerte de Antonio Mercero, como la recentísima de José María Íñigo, vuelve a proponer un viaje a nuestra memoria doméstica que está enhebrada, para bien y para mal, con esas viejas 625 líneas y el canal y medio que emitía –con alguna dificultad– desde los estudios de Prado del Rey.

El director vasco se ha marchado –olvidado de sí mismo y atrapado en las garras del Alzheimer– pero su obra permanece. Sus trabajos inolvidables ya están inscritos en la historia menuda de esta vieja piel de toro que se sabía feliz, al menos durante una hora, convocada en torno a la caja tonta en las horas espesas de la siesta.

Los mayores recuerdan sus Crónicas de un pueblo o la recurrente y axfisiante Cabina de López Vázquez. Pero los que miramos ya de frente a la cincuentena no podemos evocar los últimos años de la niñez sin separarlos de aquellos 19 capítulos iniciáticos que, de una u otra forma, nos cambiaron la vida. Los cuarentones de hoy estrenamos los 80 enhebrados con la sintonía inolvidable de Carmelo Bernaola y el sol naciente asomándose a las calas de Nerja. Era el comienzo de Verano Azul, la serie inolvidable que forma parte de la memoria sentimental de toda una generación que soñaba con ser uno más de la tropa menuda, a lomos de una bicicleta G.A.C., por las carreteras de ese trozo de la Costa del Sol. Aquellas calas aún mantenían intacto mucho de su encanto.

Hoy miramos aquel tiempo con nostalgia mientras dejamos que los demonios conocidos de aquellas tardes de verano vuelvan a encantarnos.