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Miedo cañí

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10 abr 2019 / 07:35 h - Actualizado: 10 abr 2019 / 11:10 h.
"Opinión","La vida del revés"
  • Imagen de la película ‘It’. / El Correo
    Imagen de la película ‘It’. / El Correo

El miedo es un valor en alza entre los políticos españoles. Tanto es así que tienden a utilizarlo por encima de sus posibilidades. Pero esto no es nuevo.

Los curas, durante siglos, han usado la idea de miedo con eficacia. Miedo a todo para bloquear a pueblos enteros. Un dios amenazador y aquí no se mueve nadie, no han parado de decir. Los chamanes en las cavernas, seguramente, ya amenazaban con que el sol no saldría al día siguiente si no le hacía caso el resto del grupo.

Los militares siempre han utilizado el miedo (en su modo terror-pavor) como arma de destrucción masiva. Además, utilizando métodos explícitos: me invaden ustedes este territorio y, ya que están, violan a todas las mujeres, tengan la edad que tengan; a ellos me los fusilan y tal. Y hagan correr la voz en el territorio que esta alrededor, que sepan lo que les viene encima. Por supuesto, en los territorios de alrededor se lo pensaban dos veces antes de liarse a mamporros y, por supuesto, los que quedaban vivos en la zona conquistada no habrían la boca ni movían un dedo. Hace nada lo hemos vivido en España. Repasen, por favor, cómo se las gastaban Franco y sus generales durante la guerra y cómo se acomodó el miedo durante cuarenta años de dictadura entre los españoles.

Con estos ejemplos, lo que quiero decir es que los políticos no inventan nada al hacer suya esta forma de controlar voluntades. La cosa viene de lejos. Eso sí, los políticos lo hacen de maravilla. No vamos a cobrar pensiones en 3, 2, 1... La economía está dando muestras de fatiga y los ciudadanos tendrán que contribuir, con un enorme esfuerzo y gran sufrimiento, para que salgamos de esta (eso sí, nadie ha cambiado nada de nada, seguimos como estábamos antes de la última crisis, conociendo las consecuencias de una quiebra que se puede llevar por delante lo que no está en los escritos). Ojo con los inmigrantes porque nos van a dejar el mercado laboral hecho unos zorros y, a la chita callando, están invadiendo nuestras ciudades y nuestros pueblos. Si no tenemos un pequeño arsenal en casa estamos corriendo un peligro inimaginable. Si se aprueba una ley que regule la eutanasia vamos a empezar a asesinarnos unos a otros para pillar herencias por doquier. Si no hacemos algo con el aborto... adiós pensiones. No hace falta decir que buena parte de este miedo, en España, está revestido de una amenaza divina en forma de rayos, centellas, calderos rebosantes de plomo hirviendo y cositas de este estilo.

Esto es una muestra de lo que se dice desde hace años. Y es que en España somos de cuidar mucho nuestras tradiciones.

Hay que recordar que el bloqueo que genera el miedo es tóxico a más no poder. El ser humano deja de pensar, y eso le lleva a no tener un criterio sólido, y eso le convierte en un cero a la izquierda, y eso hace que cualquier mediocre pueda dominar la situación con facilidad. La herramienta del miedo es mágica en manos de un mediocre puesto que muchos terminan pensando que es un fenómeno siendo, en realidad, más tonto que un cubo.

Y así estamos, mirando televisores todo el santo día, o la pantalla del ordenador, o la del teléfono móvil o un punto indeterminado del espacio sideral porque ya no sabemos qué hacer con tanto miedo.

Algún político actual, uno de estos niñatos que andan jugando a las casitas con las cosas de todos, se ha dado cuenta de todo esto y utiliza la astucia con esmero para llevarse el gato al agua. Todos lo utilizan, pero algunos están demostrando un arte espectacular. El astuto de turno llama a todos los que quieran librarse del yugo del miedo, a todos los que quieren mostrarse valientes frente a la realidad. Queremos valor; nos sobran miedosos. Pero la gracia de todo esto es que les ofrece para conseguirlo una dosis de otro miedo que resulta sorprendente. Las listas de estos que dicen no tener miedo pulverizarán todas las previsiones. Ojalá me equivoque, pero me temo que no va a ser así.

En cualquier caso, dejar el miedo de lado poco tiene que ver con votar a unos u a otros. Leer, pensar, informarse y debatir en libertad, son los únicos ingredientes de una receta que nos permita tener un criterio con el que poder tomar decisiones coherentes y valientes. No se dejen engañar.