Miroslav Tichý en el CICUS (I)

Image
27 jun 2019 / 10:10 h - Actualizado: 27 jun 2019 / 10:16 h.
  • Miroslav Tichý en el CICUS (I)

Ayer se clausuró la exposición que ha dedicado el CICUS al fotógrafo checo MIROSLAV TICHÝ (Netcice, Moravia 1926 - Kyjov, 2011) celebrada junto a una pequeña pero significativa muestra de autores internacionales relacionados con la Fundación TICHÍ OCEAN de Praga, presidida por ROMAN BUXBAUM.

Nadie mejor que BUXBAUM puede servirnos de guía a la hora de intentar acercarnos a la personalidad y a la obra de este ser tan extraño que se pasó 64 años de los 85 que vivió, totalmente en el anonimato como artista, cuando la imagen que daba de sí mismo no era otra que la de un vagabundo, outsiders, marginal, etc. Nadie mejor porque fue su descubridor, le conoció íntimamente, y además es artista y psiquiatra y por si fuera poco, es autor del extraordinario documental que lo capta en vida, en su hábitat, en el interior de la casucha donde residía rodeado de sus enseres y sobre todo de todas sus fotos, o lo que es lo mismo, de la totalidad de su vida. Una vida como pocas, que dedicó íntegra, metódica, sistemática y puede que monomaniáticamente a fotografiar y además siempre a mujeres. Vida y arte que en su caso es imposible de separar.

Por esto agradecería infinito me confirmara, ahora que intento escribir sobre TYCHÝ si lo que pienso sobre él es cierto, comenzando porque me respondiera a una de las cuestiones claves que se plantea en la excepcional selección que ha hecho su comisario, el también galerista JAVIER CRIADO, dejando de momento al lado las cuestiones artísticas, y es saber si su verdadero estado mental era la cordura, por mucho que intentara parecer lo contrario el propio TICHÝ, lo tuvieran por tales las autoridades checas que le encerraban en el manicomio o en la cárcel, y posiblemente muchos de los que le conocieron sólo por su aspecto físico, ignorando en consecuencia su colosal trabajo, dicho esto, colosal, en todos los sentidos: desde el esfuerzo hercúleo que supone tirar compulsivamente las fotografías, como por la tosquedad de los instrumentos que utilizaba, el espacio donde las revelaba,...Fotos que jamás fueron de estudio, sino hechas al paso, en la búsqueda -mejor que en el encuentro- de situaciones casuales. El fotógrafo convertido en el gran perseguidor de momentos perdidos, o dicho de otro modo, de situaciones que de no ser porque él las ha capturado y fijado, nunca podrían conocerse. Todo esto unido a la rusticidad de las cámaras, la pésima calidad de los materiales, las duras condiciones de trabajo.

Comencemos por ahí. Ser marginal puede ser un imponderable o una opción. Esta 2ª es la que pienso que escogió y para la que no tuvo más remedio aceptar, en consecuencia, un sistema de vida basado en unas condiciones que hoy consideraríamos deplorables, o peor, como un caso flagrante que requeriría de los servicios públicos sociales o cualquier tipo de beneficencia.

Miroslav Tichý en el CICUS (I)

Lo 2º y fácil, sería tildar esta marginalidad suya, en efecto, como dentro del espectro de las enfermedades mentales, una especie de síndrome de Diógenes, sólo que a diferencia de este, el suyo era creativo. La basura reciclada para fabricar a partir de ella arte. Basura en la que entraría desde su vestimenta harapienta, su falta de higiene, despreocupación por su aspecto físico. También por la suciedad de su antro-santuario, mejor que casa, y por supuesto la del lugar donde se producía esa alquimia –dicho todo esto con muchísimo respeto y admiración hacia él en suma- que podría llamarse, ya digo, que sin acritud, su “íntimo vertedero”, el lugar mágico donde salían a la luz y de la luz, sus imágenes transmutadas en joyas.

A este respecto –al de la cordura versus locura- entiendo que deben existir medios caminos y que una misma persona como es su caso, puede posicionarse desde las dos y casi al mismo tiempo, siendo por tanto los límites difíciles de diferenciar y más para una profana que el único doctorado que tengo es en arte. En este sentido –aparte de que no pretendo analizarle ni juzgarle- entiendo que la locura interpretada como marginalidad forma parte de la misma opción, y que por así decirlo, sería también parte de su atrezzo y en consecuencia, está claro que no lo es en absoluto. El mito del artista loco o que para serlo hay que ser un exéntrico, creo que se acabó cuando RUDOLF WITKOWER sistematizó a los saturnales. Saturnales natos, no los que se camuflan bajo el paraguas de que al artista se le consiente todo. Cuestión que tampoco comparto, porque el artista es un producto como todos los demás (incluidos los historiadores del arte, fontaneros y psiquiatras), de su tiempo, si acaso alguien que lo manifiesta, visualmente como es el caso.

Otra cuestión se situaría en el hecho de que ciertamente sus fotografías fueron creadas por TICHÝ para ser arte, consideradas como tales a pesar de que tal vez no fuera este su primer propósito, sino el de satisfacer una pulsión natural, ejercer una labor de documentalista frenético, compulsivo y accidental, constatado además por el hecho de que no las vio nadie hasta fines de los 80, precisamente cuando BUXBAUM entra en contacto con él, le organiza en el 90 una exposición y dese entonces no ha tenido más remedio que compartirlas, paradójicamente gracias a la fama que alcanzó y el hecho de que las hiciera para su propio placer estético, visual.

En este orden de cosas, se comprende mejor que prescinda de toda noción de “decoro”, entendido este como el conjunto de normas que han definido incluso en la abstracción pura, los modos de la representación.

Arte, antiarte, cultura, contracultura, sociabilidad/misantropía, ...son nociones que se escapan a su clasificación como autor y como persona, y simplemente palabras para meter(nos) en casilleros.

Por otra parte, las imprecisas descripciones que se han dado acerca de por qué llegó a ese extremo (a causa del régimen comunista, desengaño amoroso, situación económica personal o colectiva, etc.) no me sirven, porque tendría que plantearme el que entre el comunismo, el capitalismo, el neoliberalismo, el anarquismo,... existen otras respuestas que dejan ya fuera de lugar y más en los tiempos que vivimos, situaciones tales como proletariado, nobleza u otras jerarquías hasta el XIX tradicionales, y aunque algo haya de cierto en cuanto a la represión y a las libertades que cada ideología nos “regala”, lo cierto es que a partir de 1948 (fecha en la que abandona su modus vivendi anterior, su formación académica, e incluso las otras artes que cultivó como la escultura y la pintura), es cuando se inicia en la fotografía como un modo que parafraseando sus palabras, las haría para representarse el mundo -“lo que hay fuera”- aunque este Mundo indiscutiblemente era el suyo, lo que había dentro y no fuera porque al captar las imágenes, se selecciona, y si el artista es sincero como lo era TICHÝ con respecto a su arte, establecerá siempre una conexión que va a relacionar inevitablemente y como antes se apuntó, la vida y la obra.