Un Centro Tecnológico debe tener un modelo económico que sea capaz de responder a estas necesidades, acceder al conocimiento y transferirlo a las empresas. Este modelo, en forma muy esquemática, debe de tener dos aspectos:
Ingresos privados, que son el fruto de la transferencia del conocimiento. Ninguna empresa pagará por algo que no sea de su interés; esto funciona además como un filtro para dirigir los esfuerzos del Centro Tecnológico hacia lo que las empresas demanden.
Ingresos públicos ya sean competitivos y no competitivos, es decir, en base a conseguir proyectos de investigación, como pueden ser H2020, o del plan nacional de I+D+i o autonómicos, para acceder a recursos económicos con los que conseguir nuevo conocimiento, creándolo o con colaboraciones con quien lo genere.
En estos ingresos públicos es donde radica la diferencia de una administración que apoya la economía basada en el conocimiento, dotando de partidas presupuestarias relevantes los proyectos de investigación. Los Centros Tecnológicos tiene la misión de competir por la excelencia técnica y obtener con recursos públicos proyectos relevantes y de impacto que generen el conocimiento que las empresas demandan. Si la administración paraliza, retrasa, suspende o reduce los presupuestos destinados a I+D+i no se puede decir nunca que sea una administración que esté comprometida con la economía del conocimiento. ¡No hay excusas! Andalucía es una región que parte de una posición muy retrasada con respecto al resto de España, y no digamos Europa, en dedicación, estrategias y presupuesto de I+D+i. Es cierto que se ha hecho un esfuerzo importante, pero corremos el riesgo de que quede en nada si no hay continuidad. No nos podemos permitir el lujo de que la brecha se siga agrandando. ~