Monchi

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21 may 2016 / 21:58 h - Actualizado: 21 may 2016 / 22:05 h.
"Sevilla FC"

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Se diría que no es cuestión de racha. Una racha nunca dura tanto y en la órbita sevillista hace mucho tiempo ya que se confunden sueño y realidad de tanto tocar la gloria. Y no con la yema de los dedos sino con la total transpiración de su incienso blanco por todos los poros de su ser y por el relieve calado de los trazos de su escudo. Pero esta desinhibida borrachera de grandes triunfos no se logra sin un concienzudo plan ejecutivo de trabajo y ambición. La pasmosa facilidad con que el autobús del equipo se pone una y otra vez de gorra tantas copas seguidas convierte aparentemente en juego de niños facilón lo que no tiene nada de tal, pues deja en la cuneta esas caritas de los eliminados sucesivamente y no digamos de los derrotados de cada final, tantas ilusiones similares, tanto entrenamiento y tantas jugadas igual o más peligrosamente dibujadas que en las pizarras y en las gramas de los de Nervión. ¿Dónde está entonces el truco que lo hace posible y por el que tantas fortunas pagarían? Pues desde mi lejanía de conocimientos técnicos (para esto no sirve mi condición de nieto de jugador pionero del equipo) imagino coincidiré con los analistas deportivos por lo elemental de la evidencia. Vamos, con cualquiera que tenga ojos en la cara y dos o tres neuronas tras el chasis de la frente. En todo este sendero de gloria en que han cambiado presidentes, entrenadores, jugadores, ¿quién permanece desde su principio, y en calidad de chef de la receta? Don Ramón Rodríguez Verdejo, Monchi. Con un grado natural de humildad, de llaneza, de trabajo, de empuje, de respeto máximo al puesto de cada uno y de suprema fidelidad en este mundo de por sí mercenario, haciendo de hilo conductor de esta historia. Habrá necesitado del concurso de todos, por supuesto, empezando por quien lo puso allí, pero no hay duda es él quien guarda la llave de la pócima secreta. Y como su papel es, protocolariamente, de segunda línea, de poca foto y mucha trastienda, de mucho cerebro gris y escasos focos y a otros les corresponde recoger la fama y el penacho, me parecería justo llamarlo al encerado, hacerle pasillo entre los figurones siempre prestos a estar en estos instantes en la primera fila y, dejándonos de institucionalismos, de representatividad y de celos, premiarlo como artífice nuclear de esta revolución sevillana (digo bien, excede al sevillismo en muchos campos de gran repercusión para la ciudad) con alguno de esos reconocimientos públicos y populares que la ciudad reserva a quienes más han luchado por ella y con logros tan incuestionables. Felicísimo Cyrano de la escena del balcón –«otros subían a recoger la prenda de la gloria»– no se nos haga como siempre tarde para ese reconocimiento a Monchi, al cual me apunto, sacando su nombre del área de juego de la sección de Deportes que le es propia, y arrimándolo en titulares aquí pegadito casi a los editoriales. Estoy seguro de que para él ni es tarde ni pronto. Para él esta hora es la de estar pensando ya en la próxima copa... por eso las alcanza. Otro motivo más para el homenaje.