La hermandad del Valle ha tenido el acierto de abrir un aula muy especial bajo el nombre de uno de los poetas que mejor se han acercado al alma de la Semana Santa. Hablamos de Rafael Montesinos, autor de El rito y la regla. Burgos ha definido esa pieza como el mejor poema escrito sobre la Semana Santa de Sevilla. Tiene razón. No se puede decir más con menos: El rito y la regla define a la perfección el alma de esa fiesta interior a la que, tan de tarde en tarde, han sabido asomarse los pregoneros al uso. Hay que hacer una excepción: Carlos Colón supo hacerlo dictando uno de los textos más hermosos que han levantado la arquitectura sentimental de la Semana Santa en su impresionante pregón de 1996. Pero Montesinos logró hacerlo en un puñado de versos de una bellísima sencillez que estremece. «Silencioso es el rito, no aprendido/ sino heredado, yéndole en la sangre/ pues los siglos se ven hasta en la forma/ de sujetarse el antifaz al rostro». El propio poeta ya anticipaba en La cera ardida, la herencia de unos modos que se adquieren desde pequeño: «Sentado en una silla de la calle Sierpes, desde muy niño, el sevillano observa su Semana Santa. Cuando, por la edad, le llega el momento de vestir la túnica no hay que decirle qué ha de hacer o cómo ha de comportarse». La evocación de los paraísos perdidos sigue arañando surcos en el recuerdo: «hoy la memoria escoge el camino más corto para herirme».