Montoro es poliédrico

Image
Miguel Aranguren @miguelarangurn
25 mar 2018 / 18:49 h - Actualizado: 25 mar 2018 / 18:49 h.

Montoro es más que el apellido del ministro temido. Es más que una broma sostenida en el tiempo por José Mota. Montoro supera las admoniciones de cualquiera de los tertulianos que ocupan los análisis y debates de la radio y la televisión. Montoro es más que una metáfora del hombre del saco, del coco, de la bruja Maragata, de Luis Candelas y de todo el bestiario de monstruos, alimañas y bandidos que se manifiestan por la Gran Vía sacudiendo sus carracas terroríficas. Montoro es un símil del caco de Ibáñez, del asaltador de chimeneas, del quinqui y del lagarto de guante blanco o de medio pelo. Montoro es la depreciación de la economía doméstica, una jodienda que no mengua sino que aumenta a golpe de impuesto directo, indirecto y mediopensionista. Montoro es un atraco legal justificado por los votos.

Mejor, justificado por este sistema que nos dimos para sentirnos, al fin, un pueblo libre, una nación moderna, un pedazo de Europa. Montoro es el precio por presumir del Estado del bienestar. Es la cuota superlativa con la que sostener la educación, la sanidad, lo que nos queda de las empresas estatales y de las participadas, el maremagno de las autonomías y hasta los trajes, vestidos y peluquería, gastos de representación por parte de la miríada de cargos públicos reconocidos por cada una de las leyes que desarrollan nuestra Constitución.

Montoro es el miedo a enfrentarse a la ola gigantesca de los que mandan. Es el canguelo ante la posibilidad de sufrir una paralela, al inspector de Hacienda, a la multa y, quién sabe, a la cárcel. Montoro es un impuesto aquí, una tasa allá. Montoro es el cling-cling en la cascada del dinero que se nos quita. Y la injusticia de sufrir diecinueve tributos distintos de sucesión, tantos como leyes autonómicas y forales reinan en este país.