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Manolo Sanlúcar. / Youtube
Cuando voy a Sanlúcar de Barrameda, algo que hago siempre que puedo, una o dos veces al año, me asombro de que no haya cosas que me recuerden al músico más grande que ha dado la guitarra flamenca, don Manuel Muñoz Alcón, conocido en todo el mundo por Manolo Sanlúcar. Salvo una plaza que lleva su nombre. Ahora parece que va a tener un monumento en Bajo Guía, porque un empresario se ha propuesto que así sea, ya que el Ayuntamiento no está en estas cosas ni se le espera. Hace años descubrí que Paco el Barbero era sanluqueño y no gaditano o jerezano, y les importó un pimiento. El Barbero fue el mejor guitarrista del siglo XIX, con Paco el de Lucena y Patiño, pero ni por eso. He hablado mucho de Sanlúcar con Manolo y siempre noté como una tristeza en sus ojos. ¿Dolido, quizá? Es lo más probable. ¿Tienen idea en Sanlúcar de lo que este hombre le ha dado a esa ciudad desde que nació? Era solo un niño cuando ya le tocaba a los artistas de renombre, desde Marchena a la Niña de los Peines, quien lo llamaba Gatito porque le hacía mucha gracia que tuviera el nacimiento del pelo a un centímetro de las cejas. “Mi gatito”, le decía. Manolo lleva sesenta años, como mínimo, paseando el nombre de su patria chica por el mundo y le tiene que poner un monumento un empresario de seguros, Aura Seguros, don José Martínez, que es un gran admirador del universal artista. Es quien le hizo el encargo al escultor Martín Nieto, quien ya ha hablado sobre la obra dando curiosos detalles y mostrándola, que presenta al guitarrista y compositor sentado en una silla y en una pose muy característica suya. Solo falta que la arcilla vaya a la fundición, una empresa de Madrid, y colocarlo para que el mundo entero vea al maestro en bronce en una casa muy antigua que, además, puede albergar un conservatorio con su nombre. Con el de uno de los grandes de la historia del flamenco.