Mossos d’Esquadra

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26 ago 2017 / 21:56 h - Actualizado: 26 ago 2017 / 21:56 h.

Han hecho falta muy pocos días para que el sincero dolor por los muertos se mezcle con el procès. Ni los tiempos del duelo se saben respetar ya, con lo cuidadoso que ha sido este país con la industria textil del negro y los invernaderos de claveles. Hoy hacemos funerales compartidos como antes, pero la semejanza lo es solo a simple vista. A diferencia de entonces, para acudir al sepelio debes tener quien te invite. Los entierros han perdido ese carácter social, humano, fraterno y espontáneo que los caracterizaba. De modo que tu mayor o menor empatía con los familiares que perdieron trágicamente a los suyos se expresará dependiendo de quién sea el que te convoque y de su presunto título de legitimidad. La muerte se ha hecho patriota, eso es todo.

Las cosas están de esta forma, ahora ya nadie se corta en pedirte públicamente que lleves al sepelio una bandera concreta o un crespón determinado, pero dicen que sólo para que no haya confusión y sepas cual es tu sitio que, sin lugar a dudas, será preferente si eres uno de nosotros. En el fondo la idea es que tu dolor por los muertos lo puedas expresar mejor, de forma más arropada, al calor y abrigo exclusivo de los tuyos. Sin embargo, siguen diciendo, que nadie vaya a pensar que con eso se pretende que los otros asistentes se sientan incómodos, mucho menos culpables de nada, aunque para algunos hasta con los muertos, sobre todos con estos –qué mejor causa–, debería poder hacerse política, porque si no llega a ser por los Mossos... Y es a partir de este argumento desde donde los partidarios de la secesión trazan la línea divisoria definitiva: tenemos policía, sabemos defendernos solos, somos Estado, y la pancarta: ¡vuestros políticos, nuestros muertos!

¡Caray!, ¿pero no es ese precisamente el argumento para lo contrario? Si los Mossos han funcionado y bien, solo puede ser en virtud precisamente del mismo Estado de las Autonomías por el que se permitió su creación, por el que se les dotó de competencias y por el que se les consignaron los medios necesarios para que las ejerciesen con eficiencia contrastada. Los Mossos son nuestra policía en Cataluña, dicho lacónicamente. La competencia de seguridad pública la atribuye la Constitución en exclusiva al Estado, «sin perjuicio de la posibilidad de creación de policías por las Comunidades Autónomas» (art.149.1.29 CE). Y así, desde que el Estatuto de Autonomía de Cataluña asumiese la competencia de seguridad pública, son los Mossos los competentes para hacer frente, en primer término, a la cruenta amenaza terrorista. Que para ello deben disponer de más medios y de una mejor coordinación con el resto de fuerzas de seguridad va de suyo.

Así que tienen razón, con los Mossos d’Esquadra somos Estado, el que quisimos ser, nunca la excusa para dejar de serlo.