Murillo, por encargo

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30 sep 2016 / 22:57 h - Actualizado: 30 sep 2016 / 22:57 h.

Llegados a este punto tangible de desmoronamiento encubierto de la España social y orgánica, hecha a base de guerras civiles, dictaduras, transiciones, golpes de estados, democracias parlamentarias, heroicas luchas por la libertad, junto con gobiernos de nata y chocolate, pero siempre atravesados por lanzas fratricidas que resultan ser del material de las herencias que pesan tanto que rompen las losas, al igual que en las mejores familias.

Nos obliga a que, en adelante pisemos el asfalto sólo... de vez en cuando y de cuando en vez, para deletrear la cruda realidad de quienes no están en el largometraje de Castillo de Naipes, y además bajar de las atalayas para serenarnos, hablando de arte, mayor y menor, de esa parte de la vida que te reconcilia con la vida. Porque queridos míos, esto... no ya política sino emocionalmente, es insostenible. No es defendible, no podemos alinearnos, se nos acabaron los argumentos para justificaros, e increíble pero no necesitáis la ley mordaza, porque nosotros mismos nos estamos autocensurando, para no ser borrados de la faz de la tierra.

Por eso hoy Murillo, vuestro y nuestro Murillo, ese pintor sevillano, en el que nos detendremos institucionalmente en los tiempos venideros, más allá de los museos, con la excusa del cuarto centenario de su nacimiento, nos convoca a una mirada sobre su monástica obra, más allá de la fervorosa admiración, a fin de oxigenarnos los sentidos.

Rumió el naturalismo tardío, pero se encarriló en un barroquismo sensiblero que profetizó el Rococó más infantil, y su sometimiento a la tiranía de la clientela, especialmente conventos e iglesias, así como al lucrativo comercio americano de la devoción, le hizo doctorarse en el carácter religioso.

La crítica mordaz de los menos benevolentes, tachándolo de empalagoso y falto de tensión dramática, precipitó su declive en Europa, aunque quizás más por esas infinitas copias de bajísima calidad, que se hicieron de sus obras en todo tipo de soportes, desde estampas devotas y calendarios, a cajas de bombones... Después de cuatro siglos, hoy todo tan distinto y tal igual.