Parece que en España hay muchos españoles y que eso molesta a una turista británica. Españoles, y mucho españoles que diría Rajoy, que tienen la desfachatez de comportarse como jaleosos, juerguistas, dicharacheros en pleno Benidorm. Qué descaro molestar a una señora turista los españoles en una España llena de españoles. Menos mal que la señora cuenta con ochenta y cinco años que si no también serían entrantes, amorosos, tiratejos o profesionales del deporte nacional del camelarse a la guiri en la costa. Eso sí, la señora británica por esa circunstancia tan rara, la de españoles en España, pretendía que le devolvieran su dinero, de la misma manera que muchos británicos alegan gastroenteritis y enfermedades causadas por las comidas de la España llena de españoles y cuando llegan a Inglaterra presentan demandas millonarias contra hoteles y restaurantes. Creo que estos británicos, además de vivales, son tacaños y caraduras, una especie de Sir Drake playero en versión cutre, unos piratillas tiesos que vienen de vacaciones a tutiplén en España, considerándonos como una colonia británica y luego protestan para que todo salga de gorra. Vamos, el supremacismo británico de toda la vida.
Sólo ha faltado alguna declaración de Casado y Rivera para ver quién es más español, cuál de ellos con más fuerza reivindica el Benidorm español y acusa a Sánchez de estar desaparecido en esta crisis turística. Quizás alguno de ellos debiera haber denunciado, con polito y bermuda pija, que esto ocurre por dejar entrar a cualquiera en España. Me encantan las noticias de agosto.