Para la próxima semana se está tramando en Sevilla un referéndum que nadie ha convocado oficialmente. Influye en toda la sociedad de modo directo e indirecto. Puede ser una soberana lección de respeto a la legalidad, cumplimiento de las normas y culto por la educación, o, en cambio, erigirse en una muestra de asilvestrada desconexión con el civismo y con las obligaciones compartidas. Le resumo la campaña, el debate y la consulta: ¿Hay clase o no hay clase en los colegios e institutos de titularidad pública el martes y el miércoles de Feria? ¿Todas las familias se van a tomar en serio que su prole acuda a las aulas? ¿Todos los docentes están convenciendo a su alumnado para que no falte nadie en esas fechas?
En el calendario oficial de los centros públicos de enseñanza en Sevilla capital, durante la próxima semana son días de clase el martes 2 y el miércoles 3. El Consejo Escolar Municipal de Sevilla decidió, en octubre del año pasado, para el curso 2016-17, que el jueves 4 y el viernes 5 de mayo sean el cupo de los dos días de libre disposición para convertirlos en jornadas no lectivas. No cabe duda, ni cabe el compadreo de justificar el absentismo escolar el 2 o el 3.
Es una cuestión de principios. Una sociedad se encamina a la prosperidad y a la justicia cuando se toma más en serio la obligación de la formación que la opción de la diversión. Y muchos padres y madres, sin darse cuenta, están maleducando a sus hijos e hijas con decisiones buenistas que les convierten en personas refractarias a los deberes que tienen consigo mismos y con los demás.