Viéndolas venir

No hay albañiles

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Álvaro Romero @aromerobernal1
10 abr 2019 / 08:27 h - Actualizado: 10 abr 2019 / 08:30 h.
"Viéndolas venir"
  • No hay albañiles

Cuando mi novia, tanto tiempo después mi mujer, me presentó a su abuela, que en paz descanse, esta le preguntó inmediatamente a su nieta a qué me dedicaba yo. “Es maestro”, le dijo mi novia. “Albañil”, añadió la abuela. “No, maestro de los que enseñan”, se sorprendió mi futura esposa. Sin embargo, la cara de su abuela siguió pareciendo un poema porque la señora no parecía concebir que se pudiera ser maestro sin ser maestro-albañil ni que se pudiera enseñar otra cosa que un oficio aprendido de generación en generación y en el que uno accedía al grado de oficial después de dominar el alicatado, sobre todo porque ella formaba parte de una generación a la que los maestros de escuela le habían enseñado más bien poco y sobre ellos siempre había oído el runrún del hambre que pasaban. Gana menos dinero que un maestro escuela, se decía entonces. Los maestros albañiles, herederos de los maestros alarifes, eran otra cosa, más provechosa.

Parece mentira, pero si hace una década sobraban albañiles por todas partes, sin necesidad de que fueran maestros en su oficio, ahora resulta que el sector alerta no solo de que faltan albañiles (más del sesenta por ciento de los que hay tienen más de 55 años), sino de que en menos de una década no habrá si la FP no se conciencia de que la necesidad de formar albañiles es mucho más urgente que la de formar toreros.

El caso es que, en menos de una década, los pocos albañiles que hayan sido capaces de formarse con suficiencia estarán rifados por empresas dispuestas a pagarles buenos sueldos. Por lo visto, ya hay empresas en disputa que se roban los albañiles mutuamente, cuya maestría no solo se puede demostrar en los pilares de la Tierra. Ser albañil, de los del palustre en ristre, tiene hoy más futuro que nunca. Quedan avisados.