No hay ninguna duda

Image
29 oct 2015 / 17:58 h - Actualizado: 29 oct 2015 / 22:17 h.

Vivimos momentos convulsos. Una época política y social de interrogantes permanentes, en la que no sabemos si comer carne de buey, ser pilarista o decirles a algunos catalanes que sí, que vale, que se vayan ya. Estamos sujetos a la duda sin argumentos de peso y, lo peor de todo, sin decisiones que resuelvan nada, o casi nada. Incluso algunos, como Évole, vomitan asombrados sobre el habitual ejercicio del lobby, tan usado –por cierto– entre determinados periodistas de este país. Y si no, les recuerdo la definición de la Academia: «Grupo de personas influyentes, organizado para presionar en favor de determinados intereses». Qué, ¿les suena?

Y va Jordi y le pregunta a Antonio Garrigues Walker en el Salvados del domingo pasado que si alguna vez ha colocado a sus amigos. ¿En serio? Lo mismo el de Cornellá pretende que haga favores a sus enemigos, aunque déjenme que ahora sea yo el que dude mucho, pero mucho. Miren, el amiguismo se remonta a la etapa escolar, cuando en el recreo uno elige a los amigos de verdad para las pachangas de «mano, penalti y pido». Luego, en la vida, continúa el partido. Pero sigamos con las dudas.

Es tiempo de precampaña y aquí todo vale; nada de acuerdo, cuanto peor, mejor, más interrogantes. Rajoy duda sobre las nacionalidades catalana y española; la unidad de España está en duda; hay serias dudas sobre la carne procesada; ahora duda Pablo Iglesias y el Rivera de los pactos; la gran duda de a quién votar; la madre de todas las dudas: ¿habrá vida en Marte?; y al final, ¿estará involucrada la infanta? En el mundo de la duda sobrevive la desconfianza, aunque el proverbio griego defienda que «el que nada duda, nada sabe».

Y me pregunto ahora, ¿no habrá llegado el momento de hablar con la seguridad del que no duda? No sé. Tengo dudas.