No le cierren la puerta a Sergio Ramos

El central del Madrid, criado en la carretera de Utrera, es el mejor del mundo en su posición y sevillista confeso. Su intención es la de volver a casa algún día, pero dudo que le dejen.

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10 nov 2015 / 11:22 h - Actualizado: 10 nov 2015 / 11:22 h.
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Las visitas del Real Madrid al Ramón Sánchez-Pizjuán en la última década han propiciado la situación más incómoda, surrealista e incongruente que quien le escribe recuerda. Pitar e insultar a Sergio Ramos en Nervión, es como tirar piedras sobre su propio tejado. No basta con ser uno más de esta enorme familia de sevillistas repartidos por el mundo, no. Tampoco vale el hecho de haber paseado su sevillismo allá por donde pasa. Ni si quiera ha servido ‘el detalle’ de hacer partícipe de todo cuanto ha conseguido al icono más grande del sevillismo: Antonio Puerta. Nada vale. Tan solo las palabras de un presidente que, apenas siendo un niño, lo puso a los pies de los caballos. Sí, porque eso fue lo que pasó. Que más da si se pagó su cláusula o si el Madrid llegó a Nervión por derecho, como suele hacer, y con el dinero en el bolsillo para llevarse al que muchos ya veían como el gran central de futuro en el que se ha convertido el de Camas. ¡Qué pena! No es necesario enmascarase en la demagogia más absurda para justificar lo injustificable. De aquí se fue José Antonio Reyes Calderón y no pasó nada. Se ha ido Navas y tampoco se ha caído el estadio. Y permítame también decirle que si la historia no hubiese quedado marcada por la mayor tragedia que recuerda el sevillismo, en Nervión hubiesen visto salir más pronto que tarde al tan añorado Antoñito Puerta. Es así, y el que no lo quiera ver, o no tiene ojos en la cara o sencillamente no recuerda como fueron las cosas.

El público es soberano y tiene por tanto el derecho de pitar a quien le plazca. No voy a entrar en ello. Pero si les recomiendo que hagan un ejercicio de reflexión y se pregunten a sí mismos, si es que fue de los que pitó, por qué lo hizo. Probablemente no encuentre explicación. Es que no la tiene. Que venía como rival, que marcó un gol, cierto. Pero aquí ha venido con la camiseta del equipo nacional y la respuesta ha sido la misma.

En su circulo más cerrado e incluso, en el de la propia entidad, hay una sensación que proviene de los pensamientos del propio futbolista que entiende, que, habiendo llegado a lo máximo en su carrera, en términos deportivos y económicos, lo mejor sería regresar a Sevilla para quitarse una espinita que lleva clavada en el alma: no haber disfrutado de su equipo en la elite todo lo que le hubiera gustado. Párese y piense esto bien por un momento. Hablamos del mejor jugador del mundo en su posición, no es ninguna tontería. Pero cuidado, no hablamos de un retiro dorado o un periodo vacacional cuando su carrera esté expirando. Aquí lo que se maneja es una vuelta para llevar galones y competir al más alto nivel. Y todavía habrá quien no lo quiera...

Con gestos como el del pasado domingo, algunos se están encargando de cerrar la puerta de casa a uno de los suyos. Desconozco si esta situación se podrá reconducir algún día, pero yo he visto en tan solo cuestión de meses, abuchear a Reyes y después abarrotar una grada para recibirle en su regreso. Quien sabe, algún día despejaremos esa incógnita. Mientras, y por si aún no lo ha escuchado, haga click en el vídeo adjunto y escuche al mejor central del mundo exhibir su sevillismo.