Aunque no defiendo el uso de la violencia, entiendo que entre el pacifismo de Gandhi y el «una hostia a tiempo lo cura todo», atribuida a Chuck Norris, hay un largo camino. El debate sobre la aplicación de una u otra filosofía ha llegado esta semana, con la guantá que se ha llevado un youtuber por llamar caranchoa a un repartidor. La reacción del repartidor ha sido exagerada para algunos, pero hay una cosa clara: como estamos en un mundo donde prima la igualdad, no está de más saber que lo mismo que existe el Humor existe el Mal Humor. Es por ello que cuando menos se toque los huevos al personal para hacerse el gracioso, menos posibilidades hay de que te den una hostia. Lo de pedir disculpas esta muy bien y tal, y tal, pero como uno no sabe nunca con quién se va a encontrar, ni qué nivel de hinchazón gonadal presenta el susodicho objeto de la broma, mejor no tentar al diablo. El problema es que hay gente por ahí que se cree que vale todo y que con un «perdona» se arregla todo. El pedir perdón es lícito y humano, pero hay que pensarse algunas cosas dos veces antes de hacerlas. Una cosa es gastar bromas y otra bien distinta es insultar gratuitamente a la gente y esperar que te salga gratis. Lo triste de todo esto es que el citado youtuber tenga que darse cuenta de que ciertas cosas molestan a la gente solamente cuando recibe una bofetada, y no antes. Así que, querido mío, haces muy bien en cerrar el chiringuito. Moraleja: En Youtube vacilón cerrado no entran hostias. Amén.