No salga al futuro sin el paraguas europeo

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Juan Luis Pavón juanluispavon1
26 may 2019 / 10:00 h - Actualizado: 26 may 2019 / 10:02 h.
"Pasa la vida"
  • No salga al futuro sin el paraguas europeo

Antonio Banderas, como alter ego de Pedro Almodóvar, ha ganado el premio al mejor actor en el Festival de Cannes, el más importante de Europa. Dos españoles de primera, que salen a ganar en las citas de máximo nivel, con la escenificación de sus verdades, de sus pasiones, de sus psicodramas, de sus egos. ¿Cuándo fue la última vez que España ha ido a por todas en una cumbre europea en Bruselas? Desde el siglo pasado, en tiempos de Felipe González y José María Aznar. La España política del siglo XXI está tan ensimismada en adicionar mensualidades y pagas extra mientras deteriora la reputación de las instituciones del Estado, que su única gran jugada europea en las dos primeras décadas de la nueva centuria fue a la defensiva, cuando Rajoy resistió a las presiones y no aceptó que se rescatara a las asfixiadas finanzas españolas a cambio de hundir las pensiones y las prestaciones sociales.

Los próximos meses son trascendentales para el futuro de Europa. Comenzando por lo que decidan, este fin de semana, 426 millones de europeos, de ellos 35 millones de españoles, absteniéndose o votando la configuración del Parlamento Europeo. Si optan en exceso por las papeletas de partidos ultras como voto de castigo a las decepcionantes prestaciones de los bipartidismos liberales y socialdemócratas, estarán favoreciendo la entrada del Caballo de Troya, al servicio de Estados Unidos, China y Rusia, que encubre desactivar y desmantelar el potencial de la unidad política europea como modelo alternativo de sociedad en contraposición a las lógicas imperialistas de las cúpulas encabezadas ahora por Donald Trump, Xi Jinping y Vladimir Putin.

Se va a consumar el 'brexit' británico. Italia acentúa su decadencia poniéndose en manos del neofascismo de Salvini y está en un tris de desestabilizar la cohesión de los países fundadores de las instituciones europeas proclamándose en rebeldía respecto a políticas pactadas en las cumbres (disciplina presupuestaria, inmigración,...). España, por envergadura económica, tamaño y población, puede convertirse en el tercer país con mayor peso específico en las estrategias continentales, al lado de Alemania y Francia. Pero España se tiene a sí misma tan poca estima para protagonizar la Europa del mañana que su único horizonte europeo en esta campaña electoral ha sido el fracaso de la euroorden para detener y extraditar a Puigdemont.

Emerge la 'guerra fría' por el control monopolístico del mundo a través de las exponenciales posibilidades que deparan las telecomunicaciones en la interdependencia de un mercado abierto, y empresas gigantes se avienen a ser la infantería nacional para ensayar hasta qué grado de hostilidades acepta el competidor. Pero en España ni los anticapitalistas de Podemos abanderan el respaldo a los políticos europeos como Juncker y Vestagher, de adscripción liberal-conservadora, que multaron a Amazon con 13.000 millones de euros por fraude fiscal y a Google con 6.200 millones de euros por prácticas monopolísticas. En España es tan obsoleto el debate sobre fiscalidad y prestaciones sociales que consiste en acusar a Amancio Ortega, el empresario español más rico, de practicar la caridad porque apoya con 320 millones de euros la compra para hospitales públicos de maquinaria muy moderna para los tratamientos contra el cáncer.

Urge relanzar para el futuro de España la importancia de nuestro rol en el tablero europeo. Porque es política interna. La primera providencia es ser proactivos en la profundización de las políticas europeas de seguridad, defensa, cooperación al desarrollo, innovación tecnológica, educación de calidad, lucha contra el cambio climático, fraude fiscal, armonización de las pensiones,... ¿A qué Europa le vamos a pedir ayuda para remediar nuestros tradicionales atrasos si no entendemos que el momento histórico requiere de una España muy implicada en la vertebración europea?