Empieza a ser difícil definir todo lo que el Sevilla está consiguiendo esta temporada. A la mejor campaña en números de la historia del club nervionense hay que añadir, otra vez, la imparable racha en la competición europea que mejor se amolda al tamaño y al potencial de esta entidad. Por cosas como la sucedida ayer en San Petersburgo ésta sigue siendo su copa. Indiscutiblemente. No importa quién se ponga delante del Sevilla, ni el presupuesto que maneje el rival de turno, o cuántas estrellas del firmamente quiera alinear para batir al Sevilla. Los Hulk, Danny y compañía, a priori jugadores de primerísimo nivel mundial y fichados a golpe de talonario, no pudieron con los de Unai Emery. Como no pudo el Borussia de Monchengladbach alemán, uno de los equipos de moda en Europa. Como tampoco pudo batirles un Villarreal que era el equipo más en forma de la Liga de mayor nivel en el mundo. Como tantos otros en este siglo de oro del Sevilla.
Cualquier otro equipo ya se hubiera cansado de ganar y ganar y volver a ganar. Cualquier otro conjunto se habría rendido en tantas y tantas ocasiones en las que pusieron a los hispalenses contra las cuerdas. En Nervión sigue siendo como el primer día. No hay barreras en una copa que maneja a su antojo y donde resulta difícil encontrar un rival que iguale las ganas y la ilusión que maneja este grupo. Esa, quizá, sea la clave: el hambre que Emery ha conseguido implantar en ese vestuario pese al triunfo de hace casi un año en el Juventus Stadium de Turín. Aún no ha tocado techo esta plantilla que cada día va a más. Y habrá que esperar qué depara el sorteo de hoy. Cualquiera cruzaría los dedos para evitar a los cocos que quedan, aunque para el resto, igual el mayor coco de todos sea el propio sevilla. Varsovia sigue estando en el mismo sitio donde estaba cuando todo esto empezó. Queda un mundo. No te canses, Sevilla, te queda camino.