No te olvides de Haití

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31 ene 2018 / 09:57 h - Actualizado: 31 ene 2018 / 10:07 h.
"Excelencia Literaria"
  • No te olvides de Haití

El martes 12 de enero de 2010, un terremoto que asoló Haití. Los datos que iban llegando resultaban aterradores. En un primero momento, los cálculos hablaban de más de doscientos mil fallecidos. Tiempo después, cuando se conocieron las cifras exactas, el primer ministro del país caribeño comunicó que hubo más de trescientos mil muertos, además de trescientos cincuenta mil heridos y que más de millón y medio de habitantes perdieron su hogar; lo perdieron todo.

Aquel terremoto, que se convirtió en una de las catástrofes humanitarias más graves de la Historia, acaparó la atención de los medios de comunicación. No en vano, se trataba de una de las naciones más pobres del continente americano; una de las más miserables de todo el planeta. Nos llegaban por televisión e internet, por periódicos y revistas imágenes y testimonios de esos que, advierten, pueden herir la sensibilidad del espectador. Poco después, Antonio Fraguas, el genial Forges, comenzó a pedir en un rincón de sus viñetas diarias que no nos olvidáramos de Haití.

Muchos nos propusimos ayudar, compartiendo aquellas imágenes y participando en numerosas campañas. Sin embargo, la emoción de los primeros instantes pasó y volvimos a centrarnos en nuestros asuntos. Y cuando caíamos en la cuenta del soniquete en tinta de Forges, nos decíamos para acallar la conciencia que el sufrimiento de los pobres siempre ha existido, que siempre existirá; que en el fondo, no podemos hacer nada.

Pero a veces tenemos la suerte de toparnos con personas que vivieron el terremoto o que viajaron a Haití para ayudar a las víctimas. Entonces escuchamos sus testimonios y algo se nos remueve en las entrañas. Quizás llegamos a pensar que podríamos haber hecho algo por quienes sufren tanto, pero la comodidad, puede que el miedo al compromiso, nos ciega y al final pasamos de largo.

Somos una sociedad egoísta. Apagamos las noticias “porque nos amargan”, no participamos en la política porque “eso no va con nosotros”, no ayudamos al prójimo porque “ya bastante tenemos”... Por eso hay que volver a Haití, una y otra vez: su dolor continúa.

Por Rosario Fúster.