‘Not my president’

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22 ene 2017 / 23:59 h - Actualizado: 22 ene 2017 / 23:59 h.

No es fácil saber hacia dónde camina el mundo con Trump de timonel. La excentricidad y las noticias sobre sus abruptas formas quizás nos estén desviando de lo esencial, del fondo.

Donald Trump es hoy un peligro para muchos de los logros alcanzados a lo largo de todo el periodo que va de la Segunda Guerra Mundial a hoy; Trump es un peligro para la democracia, para las libertades y, sobre todo, para la concepción del Estado que él parece entender como un elemento patrimonial al servicio de «su» idea. Mal asunto esto último, antesala de todas las dictaduras.

A ello añadimos una ruptura con el proceso de globalización generado por el establishment del libre comercio y la disociación de la producción y el consumo. Trump está dispuesto a terminar con esta globalización y a romper con el discurso único que el liberalismo ha montado estos años. Convertir a Estados Unidos en el adalid del proteccionismo económico forma parte de esta estrategia, como lo es el hecho de poner en cuestión el calentamiento global o la incapacidad de los estados para defender sus intereses frente a las grandes potencias emergentes –China e India–. Es curioso ver al gigante comunista defendiendo el liberalismo y a su homólogo capitalista defender el proteccionismo.

Quizás ya nada en el mundo vuelva a ser igual, quizás el papel de los estados vaya a sufrir una nueva redefinición, próxima a los estados de los años treinta, y se imponga un nuevo orden internacional con un beligerante Estados Unidos a la cabeza. No sé, quizás estemos en la antesala de algo pensado que me gusta menos que lo que hay.