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Notre Dame

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12 may 2019 / 08:05 h - Actualizado: 11 may 2019 / 10:07 h.
  • Notre Dame

El pasado Lunes Santo, a través de la TV y en directo, pudimos ver como ardía un icono arquitectónico mundial: la Catedral de Notre Dame parisina, joya del gótico y uno de los monumentos más visitados del mundo. Las reacciones ya se han producido y no solo a nivel del pueblo francés y su gobierno, lográndose en poquísimo tiempo más de mil millones de euros comprometidos para su restauración, cifra que puede superar el coste real final en función de la opción que se asuma.

Ya han existidos pronunciamientos, en dos direcciones opuestas, respecto a esa restauración. Una: reproducir miméticamente lo destruido, es decir una restauración historicista que respete el estilo primigenio del monumento, siguiendo las teorías que desarrolló en la primera mitad del XIX Viollet le Duc. Otra: restaurar con criterios y materiales actuales y compatibles con los preexistentes, respetando lo no destruido y estableciendo una clara diferencia entre lo auténtico y lo restaurado, siguiendo la "Carta del Restauro"

A todos nos impactó la visión del desplome de la aguja existente sobre el crucero central. Esta aguja, con independencia de sus valores, no tenía nada de gótica (en todo caso neogótica) y se construyó mucho después de la terminación de la catedral. Fue el citado Viollet quien la diseñó y construyó entre 1843 y 1857, al igual que las famosas "Quimeras" que adornan el contorno de torres y cubiertas. Durante esos años Viollet restauró Notre Dame, creando su propio gótico, resultado del profundo conocimiento que adquirió sobre ese estilo y que le llevó, sin ser arquitecto, a ser considerado uno de los grandes restauradores de su época.

La decisión final queda en manos de un anunciado concurso internacional.