Otra de King Kong

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11 mar 2017 / 17:39 h - Actualizado: 11 mar 2017 / 20:12 h.

No debería hablar porque seguro que después voy y la veo sin pestañear, pero es que si no lo digo reviento: me desasosiega tanto erre que erre cultural con el mito del mono y la rubia. Para colmo también está a punto de estrenarse una nueva versión de La bella y la bestia protagonizada por Emma Watson, la amiga de Harry Potter, y dicen que la historia de King Kong se basa en ese cuento clásico. Sea como sea, a mí no me hace gracia el trasfondo de esta desigual relación. Que no lo veo, oiga. Que sí, que la belleza está en el interior, pero cuando me pongan una de un tío bueno que se enamora de una gorila peluda, hablamos.

Ahí la tenemos, es la recomendación cinematográfica de la semana. La nueva película de King-Kong. Las publicaciones especializadas elogian las escenas de acción y los efectos especiales de esta cinta en la que el mono gigante es más real y más aterrador que nunca. Desde la primera versión del año1933 hasta hoy se han hecho lo menos siete películas de King-Kong, cada vez más elaboradas técnicamente. Algunas se fueron por la tangente y pusieron al gorila a luchar contra otros monstruosos personajes, como una japonesa en la que King Kong se enfrenta al temible Godzilla, pero en general el argumento con más tirón se ha mantenido invariable: el mono se topa con la rubia de la expedición y se queda prendado de ella, que (verosímilmente, será la magia del celuloide) tras un primer momento de terror por el feroz porte del animal, termina poniéndole ojitos brillantes y completamente rendida a sus encantos.

Pues será cosa mía, pero con todos mis respetos por la tradición de los cuentos clásicos, esto es un estereotipo muy pero que muy machista: el hombre y el oso, cuanto más feo más hermoso. El refranero a veces tiene unas cosas... Naturalmente que no se trata de reescribir la historia, esos relatos surgieron en un tiempo y un contexto en los que la mujer jugaba el papel que jugaba y qué le vamos a hacer, pero la pervivencia y el éxito de estos mitos me inquieta profundamente, porque alguna explicación tiene que tener. Si hay un trasfondo de perversión bestialista (¡hala, qué burrada!) o un excesivo arrebato animalista, o una simple e inofensiva parábola sobre la pureza y el poder del amor por encima de las diferencias más insalvables (y evidentes) de los protagonistas, cada cual que se haga su composición de lugar. Pero yo sigo insistiendo: si esto es así, igual dará que sea un macizorro y una gorilona con todos sus atributos, ¿no? Pues hala, ahí tiene la industria del cine una idea sobre la que trabajar.

Por cierto, que curioseando sobre King Kong me he encontrado con la que se baraja que pueda ser su explicación científica: desde hace un millón de años hasta el Pleistoceno existió en nuestro planeta un género de primate denominado Gigantophitecus, que era lo que viene siendo un mono gigante, del tamaño de dos o tres gorilas, y que pudo haber convivido con los humanos en lo que hoy es la India, China, y por esa zona de ahí. Las evidencias fósiles apuntan a que la portentosa envergadura de este animal, el primate más grande que ha habitado el planeta, pudiera estar detrás de leyendas como las del Yeti y King Kong. Así que si desde los hombres primitivos hasta hoy ha perdurado con tanta fuerza la presencia de este personaje, yo creo que no va a pasar de moda jamás. Lo de la chica rubia con poca ropa ya tiene que ser un añadido con mucho menos fundamento científico, ahí lo dejo para reflexionar.