En el Origen, ese lugar amorfo de donde emerge todo, las pinturas de PACO LARA-BARRANCO eran una masa informe de color hecha con pasta y más pasta de óleos, acrílicos, esmaltes, grafitos, sprays, lápices de colores y cuanto material tuviera a mano. Con esta masa dotaba a sus cuadros de una densidad que era pura materia y hasta que progresivamente se iban secando, integrando, consolidando,... podría decirse que tenían vida propia, un magma que se extendía peguntuosamente en relieve, componiendo las luces y las manchas. La orografía volumétrica del cuadro y ahora veremos porqué.
Muchos años pasaron desde esas primeras muestras donde acaso tímidamente mostraba el resultado de los jeroglíficos cromáticos que imaginaba. Después vinieron otras intervenciones en el arte, performances incluidas, de manera que año tras año con una fidelidad absoluta a él mismo, fue trazando su camino hasta llegar al hoy, donde la suma de todos los procesos han fraguado, siendo por tanto la presente muestra, el resultado de todos sus hallazgos casuales y metódicos. Lo aprendido mientras.
“Completando dibujos” no es sino ese regreso a obras que ya estaban comenzadas hace años, que ya estaban trabajadas con parte de ese proceso personal y sistemático que contiene cada una, una especie de veladuras opacas -porque no usa disolventes- y que consiste en poner y quitar para después quitar, para después poner y quitar y seguir quitando y poniendo, restregando, decapando, esgrafiando, a golpe de pincel, con el mismo tubo, con espátula, y que no obstante ahora de nuevo -una vez superado el tiempo de espera- vuelve a aplicar incidiendo en el mismo tratamiento sobre ellas.
La calidad tectónica, densa, rugosa, volumétrica, ...ha dado paso a texturas intermedias, hechos con capas y más capas, sí, y superposiciones, adiciones y sustraciones que se intuyen o ven perfectamente una debajo de otras; pero también a composiciones más estructuradas desde la geometría por una parte como desde la planimetría por otra. Composiciones que han tenido en cuenta tanto el azar como la sección aúrea y el número phi. El objeto casual -el cuadro-objeto como él mismo los llama- y las matemáticas.
Una cuestión importantísima en él, es la visión que va a tener el espectador frente a cada una de sus obras y cómo puede él con medios estrictamente pictóricos, condicionarle la mirada. Una visión que llegará a ser frontal, pero que se inicia oblicua desde los lados del cuadro (sin enmarcar) y por primera vez ahora prolongando sus límites a través de ellos, cuestión esta que dirigirá, conduciéndola mediante diagonales o espirales subliminales. Una especie de perspectiva inexistente que podría considerarse a vista de pájaro.
Desde el punto de vista del estilo, a Paco Lara-Barranco le ocurre lo que a algunos autores que son inclasificables, que son tan propias las obras que realiza, que haciendo un juego de palabras se diría que son “pacolarabarranquismo” aunque haya asimilado el post-impresionismo, el tachonismo y puntillismo agigantados con lupa electrónica y el expresionismo cromático americano y europeo, y por supuesto, teniendo siempre como referencia la abstracción.
La exposición tiene tres partes definidas, entre: las obras autónomas y que él define como de “universo propio”, los monócromos y los trípticos, aunque incluye también un políptico de nueve lienzos verticales. En ellos se explaya en ritmos, en suculentos trazos, en la unicidad de cada uno o su complementariedad con el siguiente, en los cuadros dentro del cuadro y en la pintura-pintura que es lo que hace.
Viendo la exposición actual en la galería Birimbao hasta el 5 de Diciembre, en la que no ha descuidado ni un detalle -ni siquiera los bordes de los lienzos- se diría que lo que le interesa es el proceso, los procedimientos, la cocina, aquella que le permite modificar los trazos, investigar, resolver en un automatismo lógico o en el estudio en profundidad. De ahí que para hacerla haya necesitado de dos años, más todos los que estos “durmientes” estuvieron esperando su ocasión emergente. Por eso mismo ha llegado a trabajar hasta en 9 cuadros simultáneamente, plasmando en cada uno lo que iba aprendiendo en los anteriores. Obras que han sido maestras de otras muchas y él, el profesor (además de en la Facultad de Bellas Artes), de sí mismo.
Hablando con él, y ahora trasmitiéndolo desde “El Correo de Andalucía”, a Paco Lara-Barranco lo que dice que le interesa es “El No Proyecto”, el que el cuadro se “haga solo” (¿). Viendo las tramas, las texturas, las divisiones espaciales, las formas -o no formas- que incorpora, habría que creerlo como se cree en el orden del caos, en la necesidad de lo fortuito.