El referéndum o consulta municipal sobre la Feria de Abril ha demostrado que escuchar a la ciudadanía es positivo, pese a las lógicas críticas de la oposición y las dudas sobre la oportunidad de que el primer tema sometido a consulta haya sido nuestra fiesta de primavera. En España, la iniciativa del Ayuntamiento de Sevilla ha reforzado la imagen de nuestra excesiva afición a la jarana que tenemos por encima de Despeñaperros. Si el tema lo hubiera decidido el Ayuntamiento en solitario o la mayoría de izquierda en el Pleno, la derecha y su artillería mediática habrían puesto el grito en el cielo.
Por eso, el equipo de gobierno ha llevado el tema a las urnas y así poder esgrimir el respaldo popular a la medida. Ahora que la maquinaria se ha engrasado convenientemente para ampliar la democracia participativa, hay que preguntarse cual será la próxima cuestión sometida al voto del vecindario.
Temas no faltan, pero deberían aprovechar la senda iniciada para que las consultas se conviertan en una buena práctica y no en la excepción de la regla de escuchar poco al personal. En Sevilla, además, si no se espabilan los ediles el próximo tema consultable podría estar relacionado con la Semana Santa, la otra gran pasión de la sevillanía.
Como las consultas digitales son baratas de realizar, los partidos podrían sumarse a esta tendencia y consultar con más frecuencia a sus bases y simpatizantes a la hora de decidir sus posiciones en los plenos sobre temas polémicos. Los equipos de fútbol, las hermandades y otros colectivos deberían consultar a las personas que los respaldan con más frecuencia para aumentar la implicación y el compromiso en la toma de decisiones de sus cuadros directivos.
La mejor manera de luchar contra el desafecto creciente hacia las élites dirigentes pasa por un cambio de actitudes a la hora de gestionar los asuntos públicos. Hay que aumentar la transparencia y la participación ciudadana para que todos nos sintamos a gusto con las instituciones y sus regidores.