Paraíso cerrado para muchos...

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01 may 2017 / 20:59 h - Actualizado: 01 may 2017 / 21:00 h.
"Hispalíneas"

Jardín abierto para pocos es el título de una obra del poeta granadino Soto de Rojas referido al gozo poético y que, como todo cuanto afecta al sentimiento, puede aplicarse a muchos campos más; a las fiestas, por ejemplo, en lo que tienen de experiencia individual y, al mismo tiempo, participativa. Las fallas de Valencia no son el monumento efímero que se quema sino la vida de las asociaciones de barrio que lo montan, los Sanfermines los crean cada año los grupos de jóvenes que recorren la ciudad y la sueñan todo el año, lo mismo sucede con las agrupaciones carnavalescas, con las cofradías en lo que concierne a la Semana Santa y, naturalmente, con la Feria de Abril.

La Feria, tras un largo proceso, acabó en lo que es: el hecho de ciudad que, por una semana, se traslada a otra para habitar allí una casa concebida como privada y, aunque sea en sentido relativo (la de un grupo de amigos, una peña, una hermandad, un partido político, una provincia, una región, una empresa...), siempre funciona sobre la privacidad. La Feria, para seguir siendo lo que es, siempre deberá ser un paraíso cerrado para muchos y un jardín abierto para pocos... un laberinto en los que, quienes lleguen de fuera, deberán buscar la forma y la manera de entrar. La Feria, como todas y cada una de las fiestas verdaderas, no nació para que el turismo las falseara. Pero, además, hay algo que deberían saber los ayuntamientos y quienes lo tienen como negocio: los mil millones de turistas anuales del mundo escogen aquellos lugares y eventos que no son falsos.