Pasan del paro en Amate y juegan al golpe catalán

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Juan Luis Pavón juanluispavon1
22 sep 2017 / 08:05 h - Actualizado: 22 sep 2017 / 08:07 h.
"Pasa la vida"

Qué guay es jugar desde Andalucía a ser revolucionario y republicano como simpatizantes del reaccionario golpe perpetrado desde palacios y coches oficiales por quienes manejan las cloacas del poder en Cataluña. Qué nefastos para la sociedad andaluza a la que dicen representar. Son las camarillas cuya profesión es la pose radical y vitorean a los protagonistas de la involución más rancia y egoísta que se ha visto en la Europa de sociedad abierta desde que estamos en el siglo XXI. Como el ‘choque de trenes’ puede desestabilizar la democracia española, los jerifaltes del SAT salen de Marinaleda y reaparecen en la pasarela política para apuntarse al jaleo. No les importa hacer el rídiculo de encarnar a los pobres resignados que le tocan las palmas a los ricos mimados para que sigan con su rabieta. Postulan realizar junto a dirigentes de la CUP un acto en la sevillana universidad Pablo de Olavide para abogar por el secesionismo que violenta el Parlamento catalán. El que infunde el miedo a la libertad de expresión en las mentes del vecindario no independentista, con el fin de ser juez y parte de un referéndum bananero. Si el ilustrado Olavide levantara la cabeza, le daría un soponcio al constatar que en algunas serranías españolas, ya sean sevillanas o gerundenses, siguen perviviendo facciones tan refractarias a la modernidad.

A mi juicio, la autoridad gubernativa no debe prohibir esta convocatoria en el salón de actos de dicho campus. Será una soflama mitinera en favor de subvertir los principios constitucionales. Calificará de franquista a una democracia capaz de enviar a la cárcel, condenados por corrupción, a ministros y presidentes autonómicos cuando sus propios partidos mandan en La Moncloa. Proclamará el derecho de una minoría de catalanes a arrogarse a cualquier precio el ordeno y mando sobre la mayoría silenciosa. Pero el precepto fundamental de la libertad de expresión debe prevalecer sobre otras consideraciones para permitir la realización de este acto político. Seguro que lo abarrotarán quienes tienen desde hace décadas la habilidad de engañar a los corresponsales extranjeros en España predispuestos a vender reportajes tópicos a sus jefes en Nueva York o París, camelando a tan acomodaticios periodistas con el postureo de que ellos son la avanzadilla de la Andalucía irreductible en pos de la justicia social.

Ya hay que estar desnortado para enarbolar la bandera blanca y verde con el fin de apoyar a los rebeldes amamantados por la cleptocracia del 3%. Utilizan el nombre de Andalucía en términos absolutos para reírle las gracias al ‘mambo’ de la CUP, que baila en pareja con el régimen pujolista que robaba a la ciudadanía para llevárselo a los bancos de Andorra. Vivaquean en un cúmulo de anacronismos más obsoletos que un teléfono de pared. Pasan de intentar encontrar soluciones verosímiles a los círculos viciosos que lastran a Andalucía como furgón de cola en la Europa meridional.

Es una excelente oportunidad para que en facultades y departamentos de la Olavide (Económicas, Sociología, Derecho, Trabajo Social, Geografía, Historia y Filosofía, etc.) haya profesores dispuestos a impulsar investigaciones rigurosas y averiguar qué logros ha aportado el SAT al desarrollo de Andalucía. O si forma parte de las élites extractivas que se sirven del nombre de Andalucía, como los neopijos a la caza de subvenciones, como los muñidores de la Administración autonómica paralela, como los abolicionistas de la meritocracia en partidos políticos, instituciones, universidades, estamentos sociales,...

Les doy una pista: al mismo tiempo que glorifican “la valentía de los hermanos catalanes en la lucha por su libertad”, en el barrio sevillano de Amate, de 21.000 habitantes, que engloba algunas de las barriadas con peor renta per capita, más paro y más fracaso escolar de España, sus representantes vecinales, desesperados por la pésima situación económica, y hostigados por los clanes del narcotráfico, exhortan por enésima vez a las autoridades locales, regionales y nacionales, y a las fuerzas políticas y sociales, para que dejen de dar la espalda a la zona que debería ser la madre de todas las prioridades en la capital andaluza. Pero como es un problema de verdad, donde arremangarse y donde hacer autocrítica, todas las ‘fuerzas vivas’ pasan de la buena gente de Amate. En esa actitud escapista coinciden los rancios y los progres, los endogámicos y los antisistema. Todos juegan a montarse una realidad paralela donde sumar puntos para vivir de las apariencias. Unos interpretan el papel del inmovilismo y otros el del conflicto. Mientras tanto, los que se esfuerzan muchísimo cada día para mejorar Andalucía tienen que hacerlo a pesar de los impostores.