Los medios y los días

Pedro vs. Susana

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16 mar 2019 / 09:50 h - Actualizado: 16 mar 2019 / 09:50 h.
"Los medios y los días"
  • Pedro vs. Susana

Se llama Pedro, del hebrero “kêfâ'" (Cefas), que significa "piedra, roca" y del latín petrus que significa elefante en el sentido de ser fuerte como una roca. Sobre esa piedra tiene que levantar su iglesia el nuevo socialismo español. ¿Nuevo? ¿Qué tiene de nuevo? Qué ha tenido de nuevo el falso socialismo que sigue llamándose socialismo cuando quiere decir socialdemocracia o, lo que es lo mismo, la otra pata que sostiene a su teórico opositor, el capitalismo, con el que pacta cuando haga falta en todas partes –Alemania, Grecia- e incluso en España para privatizar empresas, modificar la constitución en pro de directrices europeas conectadas a la banca, aprobar reformas laborales o repartirse el poder judicial...

Pero entonces llegó Pedro y mandó a parar. ¿Para qué? Para construir el nuevo socialismo. Por ahora lo ha hecho sobre aspiraciones hermosas y populistas que calan en la gente y que sin duda le van a dar la victoria electoral salvo giros de última hora. Lo relevante será comprobar qué va a hacer con esa victoria, veremos si no tropezamos con la misma piedra/Pedro, veremos si es capaz el nuevo estadista de salir airoso del problema catalán, eso para empezar, y del vasco después, más imprevistos. Veremos cómo lleva a cabo la igualdad, si mediante la justicia o sembrando desigualdad que es en el fondo lo que representan expresiones como “discriminación positiva” o “listas cremallera”, de ahí que mujeres que admiro rechacen esos artificios.

Susana está de acuerdo con este último asunto pero me cuentan los medios de comunicación que pelea contra Pedro por colocar a sus sacerdotes entre la curia sociata. Debe ser verdad por los hechos. Y ese jaleo, ¿a qué viene? ¿En qué se diferencian el socialismo de Pedro y el de Susana? Dice Edward O. Wilson –uno de los iniciadores de la sociobiología- que el ser humano posee una característica en su comportamiento. El humano forma grupos que pugnan contra otros grupos y, a su vez, dentro de esos grupos, hay sujetos que también pugnan entre ellos. Ya tenemos una explicación científica de lo que llamamos corrientes o sensibilidades dentro de los partidos. El PP de Rajoy no es el mismo que el de Aznar, el PSOE de Felipe González no era igual al de Alfonso Guerra, el Podemos de Errejón difiere del de Monedero e Iglesias y a su vez el de Teresa Rodríguez no equivale a ninguno de los dos Podemos anteriores y ya veremos más adelante a Vox y a Ciudadanos pero no van a escaparse de esta ley fundamental y, por otra parte, necesaria para el progreso de la especie aunque les choque a los electores.

A mí me gustaría saber la diferencia entre el socialismo de Pedro y el de Susana y si es tanta como para que anden así desde hace años. Porque si es una diferencia emocional de una que se quedó sin sillón porque se lo quitó el otro en Madrid es menester que siendo líderes políticos esas cuestiones las superaran. He visto en la Red que el nombre Susana viene también del hebrero y significa “Flor de loto” o “Flor de azucena”. La verdad es que cuando veo a Susana y sus diatribas en lo menos que pienso es en un loto o en una azucena pero comprendo que las apariencias engañan y que está en su papel de política agresiva porque, por ejemplo, sé que lleva a su hijo al colegio público todas las mañanas como una madre más. También he leído que “la dulzura y la paz forman parte de las mujeres llamadas Susana”.

Puede que la paz que busque Susana sea precisamente que Pedro deje de ser la corriente de izquierdas del PSOE para colocarse ella en su lugar y poner orden, no en vano el padrino de Susana es Felipe y no en vano en la socialdemocracia siempre se han dado esas rivalidades entre el grupo conservador y el otro más rebelde, como Felipe con el mismo Alfonso Guerra, ese amigo por el que primero dijo que pondría la mano en el fuego pero después la apartó, Felipe se salvó mientras Guerra se quedó en medio de la candela. A nivel internacional, Schröder, en Alemania, se cargó a su segundo, Lafontaine, en cuanto éste se puso borde echándole en cara al canciller que se acostaba demasiado con el neoliberalismo. Es que, como decía mi padrino, “mientras haya dos habrá guerra”, en este caso Guerra no sino Pedro. Mi padrino se murió con 92 castañas sin saber que con los años su frase la llevaría a la ciencia el señor Wilson quien, por cierto, a sus 90 primaveras aún da clases en la universidad estadounidense.