‘Playboy’ y Marilyn

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28 sep 2017 / 22:47 h - Actualizado: 28 sep 2017 / 22:56 h.

Hace varias décadas, muchos españoles emigraron a los Estados Unidos a la búsqueda de un empleo y una tierra de promisión.

Todos ellos partieron hacia diversos destinos, donde, sin conocimiento del idioma, trasladaron a sus familias y con el síndrome del emigrante, acumularon ahorros suficientes para el retorno. Aún se preguntan por qué volvieron.

Allí fue y es posible que un empresario pueda llegar a ser presidente, más allá de que el conocimiento de Trump esté indebidamente mediatizado por las formas y prejuicios morales de la prensa europea, que distorsiona los matices de un personaje de un enorme calado, solo interpretable a la luz del ciudadano medio americano.

Precisamente hoy nos llega la noticia de la muerte del fundador de Playboy, lo que nos trae la evocación de un territorio, donde hallar trabajo no constituye un laberinto ni los subsidios suplen las oportunidades.

Evocar la fundación de Playboy es rememorar a Marilyn Monroe, en cuya portada su desnudo fue precursor. Aquel primer número tenía toda la magia de una actriz rubia, que solazaría los rincones recónditos de la Casa Blanca, con tanta infelicidad y desgracias como solo la belleza te castiga. Basta recordar las depresiones y la melancolía que asolaron a ésta y a otras famosas como Maria Callas. Y es que el éxito no es signo de felicidad, sino más bien una maldición futurible. Si Marilyn fue el primer reclamo de una revista que acabaría siendo un imperio, Playboy se convirtió en lo oculto para miles de adolescentes, que guardaban un ejemplar raído, bajo las almohadas y pensamientos oníricos que solo la realidad acaba enterrando.

Conseguir más de un millón de ejemplares de tirada no es azar, sino un logro que a veces se viste de estrafalario. Como fruta biblíca, llegó a ser prohibida en varias cadenas a lo largo del medio Oeste americano.

Playboy hizo posteriormente portada a una chica afroamericana, como también mostró imágenes de una modelo iniciando los prolegómenos de su autosatisfacción; que resultó ser de todos.

Ignoro hasta qué punto la exhibición de la desnudez coadyuva al avance de las libertades sexuales, pero a pesar de las veleidades del fundador de la revista, que casó tres veces –la última treinta años menos que él–, su empresa fue ejemplo de cómo cualquier ciudadano emprendedor puede llegar a la cima, simplemente con una idea y mucho esfuerzo. Sic transit.