Polígono San Pablo

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18 mar 2017 / 23:26 h - Actualizado: 18 mar 2017 / 22:26 h.
"La trastienda hispalense"

Desde esta trastienda, ubicada durante muchos años en la calle Arruza, quiero brindar por los cincuenta años de un barrio que sigue oliendo a brasero de cisco picón y donde están sembrados los eternos recuerdos de viejos arrabales que Sevilla perdió. Un brindis con vino de historia en cañas de añoranzas y con sones sevillanos de penitencia.

Silencio de Maestranza, clarines de eucaristía. San Ignacio abrió sus puertas para una gente dispuesta a ser fieles de María, Polígono de San Pablo, costales de cofradía. Y junto a Pedro Romero, cantaores y toreros por sus calles predicaron, Polígono de San Pablo con sus costales cristianos.

Capotes de penitencia, verónicas costaleras. Llegaron los trinitarios a la parroquia de un barrio de costumbres corraleras, Polígono de San Pablo, costales de gente güena. Y se aliaron los sueños con la fe y con el empeño que pusieron sus hermanos, Polígono de San Pablo con sus costales cristianos.

Paseíllo de San Pablo, pasodoble nazareno. Un barrio entero cautivo a ese Cristo tan divino que Dios envió del cielo, Polígono de San Pablo, costales de Humilladero. Que al compás de los tambores, entre saetas de amores, va Cautivo y Rescatado, Polígono de San Pablo con sus costales cristianos.

Faena de Lunes Santo y ¡Dios te Salve, María! No hay en la tierra, un Rosario como el que tiene mi barrio bajo palio de alegría, Polígono de San Pablo, costales de valentía. Rosario lleno de arte que Luis Álvarez Duarte puso, en su mirada, el mar, Polígono de San Pablo, a golpe de chicotá.

Costales de alegría y de salero, costales penitentes nazarenos, costales sevillanos de pasión, costales de Cautivo y de Rosario, costales de Dios... Una comitiva ante la que el Senado de la gran metrópolis se arrodilla desde que San Pablo vio cumplido el sueño de sus parroquianos y vecinos, de acompañar a Cristo hasta la Catedral, desde el barrio en el que el Espartero sentencia que «las peores cornás son las del hambre» y en el que Nuestro Señor es Cautivo de las danzas farrucas que lo arremolinan, Cautivo de las verónicas de Reverte, Cautivo Naranjito de quejíos, Cautivo vendaval de pureza verdiblanca y Cautivo cantor de cantores hispalenses... Cautivo de Híspalis.